El cantante británico Ozzy Osbourne , líder del grupo Black Sabbath y figura clave en el desarrollo del ‘heavy metal’, ha muerto este martes a la edad de 76 años, según ha confirmado su familia en un comunicado. Lo ha hecho «junto a sus familiares y rodeado de amor», reza el texto, que pide «respeto a la privacidad de la familia en estos momentos».
Conocido como «Prince of Darkness» (Príncipe de la Oscuridad), Osbourne llevó una vida excesiva, marcada por el consumo desaforado de drogas y por su escandalosa puesta en escena. Con Black Sabbath produjo clásicos del rock que ayudaron a cimentar el desarrollo de las diferentes variedades del ‘metal’ en los años 70 y 80. Ahí quedan discos como ‘Paranoid’ (1970) y ‘Master Of Reality’ (1971), y canciones como ‘War Pigs’, ‘Sweet Leaf’ y ‘Crazy train’, esta última perteneciente al primer álbum de Ozzy en solitario, ‘Blizzard of Ozz’ (1980), tras su salida del grupo.
El pasado 5 de julio Osbourne se volvió a reunir con la formación original de los Sabbath (Geezer Butler, Tony Iommi y Bill Ward) en un concierto de despedida en su Birmingham natal, llamado ‘Back to the Beginning’, en el que estuvieron acompañados de ilustres herederos de su música, como Metallica, Slayer, Pantera, Alice in Chains, Mastodon o Anthrax, entre otros. En la velada, el cantante actuó sentado en un trono, debido a que a principios de año perdió la capacidad de andar a causa del párkinson que padecía. Su muerte se produce, pues, 17 días después de esta actuación de despedida, cuya recaudación (140 millones de libras) fue donada a hospitales infantiles de la zona de West Midlands y a fundaciones para el estudio y el cuidado de los enfermos de párkinson.
Osbourne, nacido en el suburbio de Marston Green el 3 de diciembre de 1948, era conocido más allá de los círculos rockeros y metaleros por su participación en ‘The Osbournes’, un ‘reality’ emitido por la cadena MTV entre 2002 y 2005 que recogía su vida familiar junto a su esposa Sharon y sus hijos Kelly y Sharon, convertidos en estrellas como su padre tras la emisión del programa.
Surgido de uno de los entornos más conflictivos de la Inglaterra postindustrial, John Michael Osbourne fue un niño que tuvo que lidiar con problemas de aprendizaje, abusos y delincuencia juvenil. La música fue, según comentó en diversas entrevistas a lo largo de su vida, su manera de escapar del agujero. A los 19 años se unió al grupo de Geezer Butler, al que pronto se sumaron Iommi y Ward, y que bautizaron como Earth. En 1969 cambiaron el nombre a la banda y tomaron prestado el título inglés de la película de Mario Bava ‘I tre volti della paura’ (1963).
Si Black Sabbath revolucionó la música fue, sobre todo, por Osbourne. Aquella psicodelia pesada, como un brontosaurio intoxicado, encontró en los alaridos y la gestualidad de enajenado de Ozzy el vehículo idóneo para trascender los círculos de los rockeros ocultistas y de los más oscuros practicantes del ‘rhythm and blues’. Si Led Zeppelin puso los cimientos para el rock duro, Ozzy y los suyos entraron en escena manejando una bola de demolición: maciza e implacable.
La palabra «pionero» está ya gastada de tanto usarla, pero con Black Sabbath no hay riesgo de sobreexplotarla. El reguero de grupos que surgieron a su paso llega hasta hoy: Judas Priest, Iron Maiden, Rainbow, Venom, Sepultura, Smashing Pumpkins, Foo Fighters, Ghost…
También sigue presente el espíritu desafiante y turbador de Ozzy. Paradigma de la mala influencia, durante su carrera tuvo que enfrentarse continuamente a que su música era culpable de los males más diversos, desde suicidios de sus seguidores a asesinatos por parte de quienes alguna vez escucharon una canción suya y, según señalaban los detractores de sus composiciones, habían jugado un papel crucial en el desarrollo de los crímenes. Osbourne fue demandado en 1987 por los padres de un adolescente de 19 años que se quitó la vida mientras escuchaba su canción ‘Suicide Solution’ (también incluida en ‘Blizzard of Ozz’) aunque el proceso fue desestimado. En su defensa, el cantante argumentó que el tema trataba de los peligros del alcohol, que se por aquel entonces llevó a la tumba a su amigo Bon Scott, vocalista de AC/DC.
Ozzy nunca se esforzó demasiado en alejar esa imagen negativa. Protagonista de un sinfín de leyendas urbanas, alcanzó un puesto en el olimpo de éstas con sus interacciones con los animales. Así, a comienzos de los 80, tras firmar un acuerdo discográfico con Columbia Records, y en un estado lo más lejano posible a la sobriedad, tomó una paloma que había llevado como gesto de buena voluntad y le arrancó la cabeza de un bocado. La historia se repitió unos meses más tarde, durante un concierto en Iowa: un fan acudió con un murciélago, aparentemente muerto, que arrojó al escenario; Ozzy lo vio y procedió igualmente a la decapitación de la criatura voladora de otro mordisco. Según el cantante, el quiróptero se encontraba todavía vivo. Tan vivo que mordió al humano antes de que este hiciese lo propio, por lo que Osbourne tuvo que recibir una dosis de la vacuna antirrábica. La estrella dijo en su momento que pensaba que se trataba de un murciélago de goma y que por eso procedió con el ritual. La anécdota se convirtió en una de sus señas de identidad, tal y como se puede comprobar en la película ‘Little Nicky’ (2000), en la que Osbourne hace un cameo y aparece enfrentándose contra un mamífero alado por el expeditivo método de la decapitación con los dientes. En su afán de alimentar la leyenda, en 2019 puso a la venta en su tienda online un murciélago de juguete con la cabeza de quita y pon que se agotó a las pocas horas.
«¿Qué demonios tiene de malo emborracharse? Debe haber algo mal en el sistema si tanta gente tiene que hacerlo»
Tras introducirse en el cannabis y el LSD en los primeros álbumes del grupo, Ozzy probó la cocaína, lo cual supuso un notable impacto en su vida. A su desmesurada voracidad con el alcohol y el tabaco se sumaron otros compañeros de viaje. Durante una década, Osbourne y mandanga fueron uno, algo de lo cual él mismo se jactaba en una entrevista en 1978: «Me coloco, me ‘embadurno’… ¿Qué demonios tiene de malo emborracharse? Debe haber algo mal en el sistema si tanta gente tiene que ‘mamarse’… Ahora bien, nunca tomo drogas ni nada antes de subir al escenario. Después me fumo un porro o lo que sea que toque».
Pero sus compañeros de grupo no pensaban lo mismo. En abril de 1979 estos le echaron de Black Sabbath, arguyendo sus problemas con los estupefacientes. Ozzy se lo tomó de la manera más ‘osbourneana’ posible: Se gastó las 100.000 libras del finiquito en un alijo bien surtido y se encerró durante tres meses a beber y esnifar. Pensando que era el final de su carrera, se entregó a los brazos de su suegro, Don Arden, el padre de Sharon, que le consiguió diversos contratos que Osbourne violó o incumplió con su comportamiento errático. Este carácter, sin embargo, se transformó en una dinámica productiva, que floreció no sólo en discos y productos audiovisuales sino también en un festival, el Ozzfest, que contribuyó como pocas iniciativas al desarrollo de la comunidad metalera mundial.
Tras unos cuantos años separados, en los que el grupo contó con otros cantantes (el más destacado, Ronnie James Dio), Osbourne y Black Sabbath se encontraron en 1997 en una gira de la que dejó constancia un disco en directo, ‘Reunion’ (1998). Esporádicas reuniones dieron paso a un nuevo disco de la formación, ’13’ (2013), al que siguió una larga gira de despedida de Black Sabbath, entre 2016 y 2017.
El impacto de la muerte de Ozzy quedó patente en las numerosas condolencias que se sucedieron en las redes sociales. Así, Elton John escribió: «Me entristece mucho la noticia del fallecimiento de Ozzy Osbourne. Era un gran amigo y un gran pionero que se ganó un lugar en el panteón de los dioses del rock: una verdadera leyenda. También fue una de las personas más divertidas que he conocido. Lo extrañaré muchísimo. A Sharon y a su familia les envío mis condolencias y mi cariño».
También se manifestó el equipo de fútbol de su ciudad: «El Aston Villa Football Club lamenta profundamente el fallecimiento de Ozzy Osbourne, el astro del rock y ‘villano’ de renombre mundial. Ozzy, que creció en Aston, cerca de Villa Park, siempre mantuvo una conexión especial con el club y la comunidad de la que provenía».
«Era un gran pionero que se ganó un lugar en el panteón de los dioses del rock. También fue una de las personas más divertidas que he conocido»
Elton John
Igualmente, los políticos se sumaron al pésame. La laborista Shabana Mahmood, Lord Chancellor y Secretaria de Estado de Justicia del Reino Unido, amén de representante en el parlamento británico por Birmingham, compartió lo siguiente: «Fue un honor haber celebrado la extraordinaria vida y el legado de Ozzy Osbourne hace apenas unas semanas. Me siento devastada al enterarme de su fallecimiento hoy. Uno de los mayores regalos que mi ciudad le dio al mundo. Mis condolencias están con su familia. En palabras de Ozzy: ‘Birmingham para siempre’».
La pérdida de una figura tan carismática es también una oportunidad para analizar la representación de lo perverso en la música. Aunque Ozzy fue acusado muchas veces de satanismo, lo suyo fue más bien un ejercicio de irresponsabilidad deliberada y exagerada. De hecho, mantuvo con el cristianismo en el que fue criado una relación constante a lo largo de su vida, con subidas y bajadas, idas y vueltas. Al contrario que Marilyn Manson, quien se identificaba a sí mismo como el Anticristo, Ozzy prefería verse como una suerte de Daniel el Travieso. Un niño grande que nunca supo ver bien las consecuencias de sus acciones hasta que era demasiado tarde. Así le ven también quienes trabajaron con él. En el documental ‘God Bless Ozzy Osbourne’ (2011), producido por su hijo Jack desfilan sólo algunos de la interminable lista de colaboradores que estuvieron en algún momento junto a Ozzy. Muchos le estrangularían… pero para luego darle un abrazo.
Durante el concierto de despedida en Birmingham del pasado 5 de julio, Ozzy dejó casi para el final un baladón de 1991. ‘Mama, I’m Coming Home’ fue escrita junto a Lemmy Kilmister, de Motörhead, y está dedicada a Sharon. Es una canción de buscar refugio después de explorar la oscuridad, pero en aquel concierto final sonó a despedida de su ciudad y de su gente: «He visto tu cara mil veces/ cada día que hemos estado separados./ No me importa el sol, no,/ porque Mama, Mama, vuelvo a casa».
Descanse en mal.