De prodigar elogios a lanzar amenazas: cómo Trump ha proclamado su divorcio de Putin en pocos días

Donald Trump y Vladímir Putin siempre han mantenido una estrecha relación. Los abundantes elogios y afortunados calificativos que han acaparado titulares en los medios de comunicación en los últimos años, prueban que su amistad va más allá de lo estrictamente profesional. Desde que el presidente estadounidense pisó por primera vez la Casa Blanca en 2016, no ha habido más que buenas palabras al Kremlin. Hasta ahora.

Todo este matrimonio diplomático dio comienzo en 2017, cuando Putin y Trump se estrechan por primera vez las manos durante una reunión del G-20 en Hamburgo (Alemania). Entonces, el magnate ya había elogiado en múltiples ocasiones al Kremlin para forjar una alianza. De hecho, llevaba años esperando a conocer a Putin. En 2013, en torno a la celebración de Miss Universo en Moscú, tuiteó que viajaría a la capital rusa y «tal vez Putin se convierta en mi mejor amigo».

Poco después, en 2014, el presidente volvió a alardear de su buena sintonía con el Kremlin. Durante una conferencia del partido republicano, aseguró que Putin «le mandó un regalo. Un regalo muy bonito» durante su visita a Moscú. Ese mismo día, Barak Obama impuso sanciones a Rusia por haber anexionado Crimea.

El afecto se ha alargado con el tiempo hasta esta segunda legislatura presidencial. En febrero de 2022, cuando el Kremlin dio paso a su ofensiva en Ucrania, Trump sólo tuvo palabras positivas. Lo definió como un «genio» y aplaudió lo que él mismo calificó como «tácticas de negociación de línea dura».  «¿No es inteligente? Y va a entrar y será un pacificador», aseveró entonces en unas declaraciones recogidas por el diario estadounidense The New York Times. «Es un tipo muy inteligente. Lo conozco muy bien».

A pesar de que ha mostrado repulsión por los ataques y por la masacre en general, Trump siempre mantuvo su fidelidad. Mientras el ejército de Putin se adentraba en territorio ucraniano con violencia y sin piedad, el presidente subrayaba que «se llevaba muy bien con él». Una relación enigmática y un apoyo incondicional que no ha cambiado en años, pero que ahora pende de un hilo.

Como la espuma, la buena sintonía ha decaído en pocos últimos días. Los elogios han quedado atrás y las amenazas han pasado a un primer plano. El presidente Trump ha lanzado un importante ultimátum al Kremlin para que ponga fin a su ofensiva en Ucrania. Si en 50 días, Moscú no ha firmado un acuerdo con Kiev, «será una lástima. Se impondrán aranceles y también se aplicarán otras sanciones». Si Rusia no acepta, verá su economía afectada por gravámenes del 100%. Desde entonces, Putin se ha encerrado en el Kremlin para analizar sus siguientes pasos.

Entre bastidores, sus más fieles asesores denuncian que Washington se encuentra bajo «una enorme presión» de la UE y la OTAN. Este martes, en unas declaraciones a la prensa, el jefe de la diplomacia rusa, Según Lavrov, confirmó que se encuentra analizando «lo que hay detrás del anuncio». «Es evidente que está bajo una enorme presión». Con respecto a las sanciones, asumió que «ya se han impuesto contra nosotros una cantidad sin precedentes de sanciones. Estamos afrontándolas, no tengo ninguna duda de que lo haremos».

Por su parte, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha sido más explícito y ha determinado que algunas de las declaraciones de Trump «son serias porque van dirigidas personalmente al presidente Putin». El portavoz ha anunciado que el nuevo apoyo estadounidense a Kiev «será percibido por Ucrania no como una señal de paz, sino como una señal para proseguir la guerra». 

Mientras el presidente mantiene su silencio, Moscú se ha mostrado en disposición de reanudar las negociaciones con Ucrania. Las primeras rondas, que se celebraron en mayo y junio en Estambul, no salieron como se esperaba, y resultaron con el canje de prisioneros y cadáveres. «Ese diálogo también lo quieren ver en Washington y presuntamente en Europa. Aunque, a juzgar por sus declaraciones, en Europa quieren ver más bien una escalada de las acciones militares que el paso a la paz. Pero Kiev mantiene silencio«, recalcó en aquel momento el encargado de Exteriores ruso.

En los días previos al anuncio, el presidente Trump ya había dado un vuelco a su posición en la guerra, dada la negativa del presidente Putin a detener los bombardeos. Los ánimos en Washington han menguado a tal punto que el magnate ha puesto en duda públicamente la palabra del que consideraba un amigo. Antes del anuncio, cuestionó que «tendremos una gran conversación. Diré: ‘Eso está bien, creo que estamos cerca de lograrlo’, y entonces derribará un edificio en Kiev». «Estoy decepcionado con él, pero no he terminado con él».

«Al final, las palabras no sirven para nada. Hay que actuar. Hay que obtener resultados. Y espero que lo haga». El presidente no ha parado de hablar sobre la actitud de Putin en los últimos días, dejando declaraciones que pasaran a la historia. «No quiero decir que sea un asesino, pero es un tipo duro», afirmó un presidente frustrado que mira sus objetivos muy lejos de convertirse en realidad. «Engañó a (Bill) Clinton, a (George W.) Bush, a (Barack) Obama, a (Joe) Biden; a mí no».

Otra de las señales que demuestra claramente la ruptura es la reanudación del suministro de armamento a Ucrania. Este domingo, el presidente Trump anunció que abastecerá a Kiev con sistemas de defensa Patriot, imprescindibles para la defensa aérea de su ejército. Este armamento se considera como uno de los principales sistemas antibalísticos del Ejército de Estados Unidos, pues sirven para interceptar ataques lanzados por los adversarios por tierra y aire. Sin embargo, no se trata de una donación altruista. La Unión Europea pagará «el 100%» de estas armas.

Sin embargo, no parece que las continuas amenazas y ataques vayan a servir de algo. El Kremlin espera proseguir su ofensiva a pesar de las presiones internacionales. Esta posición quedó clara después de la última conversación entre los presidentes el pasado 4 de julio. «Tuvimos una llamada. Fue bastante larga y hablamos sobre muchos temas, incluido Irán. También conversamos de la guerra con Ucrania y no estoy contento sobre eso, no lo estoy». «No, no logramos ningún progreso con ellos», agregó.

Parece que Trump no encuentra el idilio que tanto predicó durante su campaña electoral, en la que en más de una ocasión prometió terminar el conflicto en 24 horas. Precisamente, en este enésimo contacto entre ambos mandatarios, quedo claro que la guerra de desgaste continuaría. Un portavoz del Kremlin anunció tras la conversación telefónica que Rusia «no renunciará» a ningún objetivo en Ucrania, aunque refutó que siempre está en disposición de seguir negociando». 

¿Dónde queda Ucrania?

Pero, ¿dónde está Ucrania en todas estas decisiones? Kiev ha recibido la nueva posición de Trump con ambivalencia. La oficina del presidente ha celebrado que Estados Unidos se disponga a multiplicar los recursos antiaéreos ucranios, pero ha evitado comentar el plazo de 50 días para aplicar nuevas sanciones. Son precisamente dos meses lo que queda de tiempo para finalizar la época de calor y escasas lluvias, momento en el que las tropas rusas están llevando a cabo una ofensiva de verano, incrementando su presión en múltiples frentes.

El presidente Trump también ha cambiado el tono con respecto a su homólogo ucraniano. Tras su último encuentro, durante la cumbre de la OTAN en La Haya, el presidente afirmó que Zelenski «es muy amable». Una vez más, dejó claro el devenir de su posicionamiento en la guerra, después de unos meses convulsos y ambiguos tras protagonizar una bronca en el despacho Oval de la Casa Blanca que, ya es historia. «No, no, quería saber cómo está. Fue muy amable, la verdad. Está librando una batalla difícil. Es una batalla difícil».