Ha vuelto. Alexia Putellas (Mollet del Vallès, 1994) lidera a España en esta Eurocopa con la mejor versión de su fútbol, esa que puso en pausa una terrible lesión de rodilla de la que ahora habla con EL MUNDO sin tapujos, dibujando la otra cara del fútbol.
- El titular de esta Eurocopa es: «Alexia fluye». ¿Por qué fluye?
- No creo que sea sólo una cosa, sino una mezcla. Pones muchas cosas en la batidora y sale esta versión. Mucho trabajo, por supuesto, y aprender de todo. Lo bueno y lo malo, todo ha sido positivo para construirme.
- ¿ Mira las estadísticas o se guía por sensaciones?
- Normalmente van relacionadas. También con el rol que tengo. Por ejemplo, en el Barça quizás esté más alejada del área. Y aquí es todo lo contrario. Puedo hacer las dos cosas, pero sin duda creo que todo mi talento sale más cuando estoy entre líneas, y creo que en esta Eurocopa también se está viendo. Estoy contenta por las sensaciones y también porque se conviertan en estadísticas.
- ¿Estamos viendo a la mejor Alexia?
- Honestamente, creo que sí. Entendiendo que se considera que mi mejor versión fue antes de romperme los cruzados, cuando se ganó la Champions, prácticamente todo, y los Balones de Oro. Me analizo ahora, esta temporada, y creo que tomo mejor las decisiones de cada acción. Juego a lo que toca en todo momento y creo que estoy decidiendo mucho mejor.
- ¿Y eso es madurez?
- Claro, es muchas cosas, porque al final es vivir muchas situaciones, equivocarte, aprender de ello y, a la siguiente, decidir mejor.
- Ha contado muchas veces que sueña con fútbol. ¿Jugadas o éxitos?
- Cuando digo soñar me refiero a visualizar. Alguna vez la mente me quiere fastidiar y visualizo momentos de éxito, pero los bloqueo y vuelvo a lo simple, a lo sencillo: un control o el posicionamiento del cuerpo antes de un chut.
- ¿Pesa el liderazgo?
- No te sabría decir. Hay diferentes tipos de liderazgo y todos son necesarios porque, si una cosa tiene el fútbol es que tu rol fluctúa. En un partido puedes ser protagonista y al siguiente, serlo menos. Lo importante es que ese liderazgo exista, porque es imprescindible para formar equipo. Además, siempre lo digo, nunca sabes cuándo te va a tocar.
- ¿Le toca ejercerlo más con España que en el Barça?
- Es totalmente diferente un club que la selección. No siento que tenga que ejercerlo como dices. La suerte es que aquí tenemos un grupo que llevamos mucho tiempo trabajando. Todo el mundo se conoce, sabemos en qué posición una compañera está cómoda, y no me refiero a dentro del campo. Cada una ha ido encajando. Quizás de puertas hacia fuera sí que mi figura, y la de otras compañeras, refleja eso, pero de puertas para dentro apreciamos el papel de la primera hasta la última persona de la expedición.
- Cuando entra una jugadora nueva a un vestuario, ¿cómo cree que la ven?
- Por experiencia, porque luego ellas me lo han contando, a las jóvenes les da cosa acercarse. Tienen una sensación de respeto, pero luego ven que soy una persona totalmente normal y que queremos lo mismo. Ven que las necesito a ellas para ganar y ellas a mí, y que nos tenemos que cuidar, porque eso es un equipo. Pero, al principio, sí que tienen ese respeto.
- ¿Da el paso de acercarse a ellas?
- Ahora que ya entiendo que me ven así, sí. Intento que ese respeto no se convierta en que estén cohibidas, sobre todo porque yo necesito a esa compañera para ganar.
- Cuando ganó los dos Balones de Oro decía que nunca se lo había planteado. ¿Piensa en el tercero?
- Es algo generacional. Cuando yo estaba creciendo como futbolista no existía el Balón de Oro femenino. No podía ser un objetivo. Las nuevas generaciones sí que pueden aspirar a él. Pero para mí es un premio nada coherente. Es un deporte de equipo y si te premian es por lo que has hecho con otras veintipico jugadoras. Focalizarte en un premio individual como el Balón de Oro, personalmente es algo que me choca. Por la experiencia que tengo, si llegan, es por lo que has hecho en equipo sin pensar en ese objetivo.
- ¿Para estar en la élite es imprescindible estar desafiándose siempre?
- Imprescindible. Y es una incomodidad que no todo el mundo está dispuesto a pagar. Ya no sólo por un tema físico, sino sobre todo mental, porque es muy agotador.
- ¿Se refiere a la incomodidad de ser mejor cada día?
- Sí, claro, llevarte al límite cada día en lo mental y en lo físico es incómodo. Todos vivimos en nuestra zona de confort superbién. Pero exprimirte en cada entrenamiento, si aprendes a disfrutarlo, es una droga. Para lo bueno y para lo malo. Yo, por ejemplo, ahora lo estoy disfrutando muchísimo, pero también puede haber secuelas en un futuro. Por ejemplo, cuando no sepa bien qué es lo que me llena tanto.
- ¿Qué le enseñó la lesión?
- Sobre todo la lección de que un día estás arriba y, al día siguiente, estás abajo. Y que, por muy meticulosa que seas con todo, hay cosas que no controlas y que muchas veces el destino es el que manda. Aprendí también a crecer desde momentos malos, de depresión máxima, incluso tóxicos, y aun así salir adelante, seguir siendo como soy yo, no dejando que eso me pudiera influir. Al final sí creo que la lesión es una de las cosas que te decía antes que pones en la batidora y que me ha hecho ser lo que soy ahora.
- ¿Fue más esfuerzo físico o mental?
- Mucho más mental. Para empezar, porque aprendes a andar otra vez, a correr. Es un proceso mental en el que tu cuerpo de casi 30 años aprende cosas de cuando tiene dos. Mentalmente es muy jodido ir con las muletas sola en casa y no saber cómo llevar el plato a la mesa. Es muy frustrante, porque son cosas muy sencillas pero no las puedes hacer. Y cuando ya vuelves a entrenar con el equipo… Claro, yo la última sensación que tenía mía como jugadora era a un nivel de la hostia. Y cuando vuelves de una lesión grave dices, «esta no soy yo». Hasta que entiendes que necesitas tiempo, paciencia, que es algo que yo no tenía o no la gestionaba muy bien, y a la vez seguir con esa incomodidad de llevarte al límite, mentalmente es muy difícil.
- ¿Recordar todo eso ahora hace que esta Euro sea un privilegio?
- Sí, sí. Siento que lo saboreo mucho más. No tengo esa ansia de hacer una acción y que llegue ya la siguiente, o hacer un partido y que llegue el siguiente. Tengo muchas ganas de que empiece el próximo partido, pero a la vez estoy disfrutando cada pase, cada control, cada tiro que hago.
- ¿Hubieran llegado los éxitos de España antes si hubieran tenido las condiciones necesarias?
- Sí, seguro. Y no mi generación, sino las anteriores también. Sé que siempre hay muchas comparaciones entre géneros en los deportes, pero nunca se mira el contexto. Yendo muy atrás, el contexto es que, por ejemplo, nuestra selección masculina va a competir en su primer Mundial cuando en España no estaba ni aprobado el sufragio femenino. Ellos ya estaban representando a su país y en España las mujeres no tenían ni derecho a voto. Imagínate la brecha de contexto cultural, de absolutamente todo. Y en poco tiempo se ha tenido que corregir todo. Ayer o antes de ayer lo hablábamos entre nosotras: incluso si consigues un acuerdo en el mundo del fútbol femenino, seguramente al año o a los dos años quede obsoleto, porque está creciendo muy rápido. Estás constantemente reinventándote porque si no, te quedas atrás, en la competición y en todo. Si las anteriores generaciones hubieran tenido nuestras facilidades, la brecha se hubiera reducido mucho antes, pero bueno, nos ha tocado vivirlo así.
- ¿Sin lo que pasó antes y después del Mundial se hubiera acelerado tanto?
- Nunca lo sabremos. Pero las cosas son como son y las tienes que aceptar como vienen. Muchas veces las controlas, otras no. Mientras el objetivo siempre sea crecer y que todo el mundo respete también la profesión de futbolista femenina… Es mucho más fácil si todo el mundo va en esa dirección, y ahora sí sentimos que existe esa intención y, evidentemente, nuestras condiciones son muchísimo mejores.
- El ‘Se acabó’ es una carpeta que ya está cerrada?
- Creo que es algo que va a estar siempre, por suerte o por desgracia. Depende desde qué lado lo mires. Soy de las personas que busca la parte positiva a todo lo que pasa. No fue una situación agradable, pero construyó. Déjame remarcar que no sólo fue eso, pero cómo se encaró y se gestionó también nos hizo ser lo que somos ahora.
- España se ha mostrado intratable en la fase previa y llegan las eliminatorias. En cuartos, Suiza. Con ellas, la posibilidad de penaltis. ¿Piensa en el de los Juegos ante Alemania?
- No. Es algo que, evidentemente, fue mal. Lo analicé en su momento y este año he tenido la oportunidad de chutar varios y, salvo uno, los he marcado. Son cosas que pasan. Los mejores lanzadores de penaltis también han fallado alguna vez.