Tyrone Muggsy Bogues (Baltimore, EEUU, 1965) es un icono de la NBA. Un tipo que derribó barreras y esquivó prejuicios como si avanzara entre trincheras. Un base que hizo historia a pesar de no alcanzar los 160 centímetros, un avanzado a su época, los noventa, que se hizo camino entre gigantes cuando el baloncesto todavía no era cosa de bajitos. Con una simpatía desbordante, el ex jugador de Bullets, Hornets, Warriors y Raptors atiende a EL MUNDO desde Valencia, donde acudió como embajador de la NBA.
- Hace 39 años disputó el Mundial de España. ¿Qué recuerda? ¿Qué supuso para ti?
- Respuesta. Por entonces me consideraban un poco una pequeña mancha negra. Pero fue una experiencia increíble, ganar el oro como jugador universitario todavía, algo muy especial. Ninguno de nosotros tenía ni idea de cómo aquello iba a cambiar nuestras vidas. Estábamos haciendo historia, fuimos los últimos jugadores universitarios en ganar una medalla de oro con EEUU. Después perderían en la final de Seúl 1988 (y el Mundial de 1990) y luego decidieron mandar a nuestro Dream Team a Barcelona.
- Es muy recordada su defensa sobre Petrovic, un base casi 40 centímetros más alto.
- ¡Sí! Era imparable. En ese momento, él, Sabonis, Oscar Schmidt, eran considerados los Michael Jordan de Europa. Petrovic ha sido uno de los mejores anotadores de la historia. Viendo el partido previo a enfrentarnos, él metió 40 puntos. Intentaba estudiar sus tendencias, cómo le gustaba tirar… Él día que nos enfrentamos el entrenador (Lute Olson) me dio esa misión. Y yo lo esperaba con ansias porque sabía que era un tipo al que le encantaba tirar, driblar… Sentí que si podía interrumpir todo eso, frustrarlo un poco, tendríamos una oportunidad mayor para ganar. Y eso fue exactamente lo que hice. Lo frustré, nunca vio a un tipo como yo en defensa. Estoy seguro de que eso supuso un cambio que él tuvo que hacer. Hablamos de todo esto cuando estaba en Nueva Jersey. Que descanse en paz. Fue una bendición conocerle.
- El baloncesto ha cambiado, los pequeños lo dominan. ¿Tu carrera hubiera sido más sencilla ahora?
- Creo que tiene más que ver con la mentalidad que yo tenía. Gente como yo o Spud Webb marcamos un estándar, hicimos ver que era posible.
- ¿Qué le impulsó a querer triunfar en un deporte en el que el tamaño es tan importante?
- ¿Sabes? La gente me decía que no podía, que no debía, que el baloncesto era un deporte para jugadores altos. Pero yo siempre he creído que es para todos, para altos y bajos. No dejar que nadie me dijera lo que no podía hacer hizo brotar en mí un sentimiento de querer mostrar a la gente de lo que era capaz. Siempre tuve esa mentalidad, jugando contra los mejores. Si era capaz de ganarles, deberían respetarme, incluirme entre ellos.
- Crecer en Baltimore no fue fácil. Rodeado de delincuencia, tu padre fue a la cárcel y a usted incluso le llegaron a disparar. ¿Cómo superó todo eso?
- Crecer en Baltimore fue un desafío. Cada vez que salía de la puerta de mi casa era un desafío. Crecer en ese entorno, enfrentarte a todo aquello, pudo disuadirme o distraerme. Pero había algo más poderoso que me llamaba, que me decía que debía seguir persiguiendo mi sueño. Y sabía que si me mantenía confiado en las cosas que estaba haciendo, si seguía teniendo éxito contra los jugadores a los que me enfrentaba, en algún momento tiraría abajo esa puerta y me empezarían a ver como un pequeño dios jugando al baloncesto. También tuve la suerte de tener buenos entrenadores, que dieron valor al impacto que yo estaba teniendo en la pista y creyeron en las cosas que era capaz de hacer. Así fui capaz de romper todas esas barreras.
- Su imagen con Manute Bol (2,31 metros) fue icónica. ¿Cómo fue esa temporada rookie en los Bullets, con él de compañero??
- Fue una bendición jugar con Manute. Incluso aunque la gente nos mirase desde dos perspectivas diferentes, pero realmente disfrutamos juntos. Creo que nos complementamos. Porque podía arriesgar con mi defensa en el perímetro, sabía que tenía un respaldo, un taponador para proteger la canasta. Manute también era muy gracioso, tenía un espíritu muy divertido, se reía de sí mismo. Siempre bromeaba sobras las cosas que hacía cuando estaba en Sudán, decía que mató un león con una lanza. Siempre lo recordaba. Lo echo mucho de menos, a diario. Era un gran competidor, un gran jugador, pero lo más importante, era un gran amigo.
- ¿Quién es su jugador favorito en la actualidad?
- ¡Eso es fácil! Steph Curry. Es como un pequeño sobrino para mí, debido a la relación que tuve con su padre a lo largo de los años. Lo he visto crecer junto a mis hijos, le he visto florecer, a él y a su hermano Seth. Steph ha llevado el baloncesto a una nueva dimensión. Es considerado el mejor tirador de la historia de la NBA, alucinante. Nunca pensé que ese niño al que le daba un pequeño paseo en avión en el vestuario se convertiría en eso. Ha sido genial presenciarlo. Estoy agradecido por la oportunidad de poder llamarlo amigo.
- ¿Alguien le dijo alguna vez que quizá el baloncesto no era para alguien tan bajito como usted?
- Por supuesto. Empezó cuando tenía siete años, pero se me quedó grabado. Yo también practicaba lucha libre y mi entrenador me dijo: «Deberías dejar de jugar al baloncesto». Tenía que centrarme sólo en la lucha, porque el baloncesto es sólo para jugadores más altos. «Eres muy bueno en la lucha, has sido campeón estatal. ¿Por qué querrías pasar por ese tipo de drama?» Esas críticas por mi tamaño siempre me molestaron. Lo respetaba como entrenador de lucha y quizá sólo trataba de persuadirme, pero me irritó mucho. No fue el único, otras personas me decían: «¿Por qué haces esto? No deberías jugar al baloncesto. Eres demasiado pequeño». Y siempre les decía que no. La gente siempre te dice quién podrías ser, quién deberías ser, pero tú sabes quién quieres ser. Siempre me mantuve firme. Y creo que por eso he podido tener esta carrera.
- ¿Qué espera de sus Hornets para la próxima temporada?
- Se han hecho muchos cambios en la plantilla. Y todavía pude haber más, así que tendremos que ver cuál es el resultado final. Acabamos de fichar a varios bases, hemos incorporado a Colin Sexton, a Spencer Dinwiddie y seguimos teniendo a Lamelo Ball, así que va a ser interesante. También necesitamos algunos hombres grandes que los acompañen.