«Quiere que la guerra continúe»: desvelan el gran beneficio del conflicto en Ucrania para este país

Desde Pekín no se disparan misiles ni se bombardean ciudades ucranianas, pero la guerra que arrasa Europa del Este le viene como anillo al dedo al régimen de Xi Jinping. Mientras Occidente moviliza miles de millones en ayuda militar y económica para Kiev y refuerza sus posiciones en Europa, China observa, calcula y saca rédito. No solo económico, sino estratégico, ideológico y militar. Lo dice el general australiano retirado, experto en geoestrategia Mick Ryan en su último boletín, que ha recogido el medio finlandés Uusisuomi: “Cada minuto que los líderes políticos y estratégicos de Estados Unidos dedican a pensar en Ucrania, es un minuto que no pueden dedicar a la amenaza china”.

La reflexión no nace del deseo de señalar a un culpable, sino de una radiografía sin paños calientes del pulso geopolítico en tiempos de guerra. En este tablero, la guerra en Ucrania actúa como el cortafuegos perfecto para interés de Pekín. No solo desgasta a Rusia, un socio incómodo pero necesario sino que también entretiene a su principal enemigo: los Estados Unidos. Ryan apunta directamente a los planes de Xi Jinping: “Es poco probable que él o sus estrategas entiendan la tragedia moral de la guerra. Xi no ha mostrado la más mínima empatía por el pueblo ucraniano desde que Rusia inició en febrero de 2022 su brutal intento de sometimiento”.

El frente ucraniano como escudo del Pacífico

El ministro de Exteriores chino, Wang Yi, dejó claro esta semana que “China no puede permitir que Rusia pierda en Ucrania”. Lo dijo sin rodeos al alto representante de Exteriores de la UE, en un encuentro que recogió South China Morning Post. Y lo dijo porque, según Ryan, los estrategas chinos ven este conflicto como una vía eficaz para alcanzar sus propios objetivos de seguridad nacional. La guerra les permite estudiar los métodos de liderazgo occidental, observar sus reflejos, medir su prudencia y aprovechar su lentitud: “Cuanto más puedan examinar los responsables chinos cómo gestionan las crisis los líderes europeos, más ventajas sacarán en una eventual ofensiva contra los países del Pacífico”.

El general Ryan no se queda ahí. También alerta de un posible giro de Washington hacia Asia si Donald Trump regresa al Despacho Oval. Según su análisis, Xi teme que un nuevo mandato del republicano reoriente la presión hacia Pekín, y por eso quiere que la guerra siga. Una guerra que además favorece el discurso aislacionista de Trump, siempre receloso de Europa y de sus aliados. “La guerra de Ucrania sirve como catalizador para alimentar la desconfianza que sienten los futuros altos cargos del trumpismo hacia sus socios europeos”, señala.

Todo esto, alerta el experto, sucede mientras Pekín recopila datos, estudia reacciones y se blinda. Y al otro lado, Moscú se desangra, pero no sin dejar huella. Ryan anticipa que el final más probable del conflicto será una Rusia debilitada, pero aún con poder nuclear y una fuerza militar considerable. Y justo ahí, China recoge más dividendos: una potencia reducida en Europa que no le estorba en Asia, pero que aún puede servir como peón geopolítico en su tablero global.

Un laboratorio de guerra híbrida

Si el Kremlin no logra sus objetivos militares, sí ha conseguido poner en jaque las certezas democráticas de medio mundo. “Putin sabe que no puede ganar su cruzada personal contra Ucrania por la vía militar. Por eso invierte tanto en desinformación y tácticas híbridas”, escribe Ryan. Y añade con dureza: “Esta estrategia ha sido, de lejos, mucho más eficaz que sus tropas. Y lo ha sido porque se lo hemos permitido”.

Pekín también toma nota. La guerra híbrida, las operaciones de influencia, las amenazas nucleares estratégicas… todo se convierte en lección práctica para un régimen que aspira a desplazar a Estados Unidos como superpotencia global. Sin mover ficha, China avanza casillas. Y mientras tanto, la guerra continúa.