No hubo anuncio de alto el fuego, ni comparecencia conjunta, ni comunicado. Donald Trump y Benjamin Netanyahu optaron por cenar en el salón ovalado de recepciones de la Casa Blanca, reservado para ocasiones solemnes y visitas selectas. Allí, entre vajilla oficial, asesores fieles y cámaras alineadas, escenificaron este lunes algo más que un encuentro diplomático: consolidaron una alianza estratégica que se presenta como solución para Oriente Medio, pero que deja a Gaza fuera del marco. Entre plato y plato, el primer ministro israelí entregó al presidente estadounidense una carta de nominación al Nobel de la Paz. “Es bien merecido”, afirmó Netanyahu. “Viniendo de ti, es muy significativo”, respondió Trump.
Una tregua que se posterga, una Gaza que se vacía
Trump había alimentado la expectativa de un posible alto el fuego durante los días previos a la visita. Sin embargo, la cena no incluyó avances concretos. Sí confirmó una línea cada vez más clara: el respaldo estadounidense al plan israelí para facilitar la salida de la población gazatí del enclave. Netanyahu aseguró que su gobierno trabaja “muy de cerca” con la Administración estadounidense para encontrar países que acojan a quienes deseen “emigrar voluntariamente”. Trump respaldó la iniciativa al señalar que los países vecinos han mostrado “gran cooperación”. Ninguno mencionó cuáles.
Ambos dirigentes recuperaron así la propuesta impulsada por Trump poco después de asumir el poder en enero, cuando planteó tomar el control de Gaza y transformar el enclave en la “Riviera de Oriente Medio”. El proyecto, enmascarado como una oportunidad de desarrollo, implica desplazar de forma masiva a la población palestina. Varios países árabes ya han denunciado esta idea como un intento de limpieza étnica que anularía cualquier posibilidad de crear un Estado palestino viable.
La misma noche de la cena, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, compareció en rueda de prensa para confirmar que ya ha dado órdenes a las Fuerzas Armadas para poner en marcha la construcción de una “ciudad humanitaria” en Rafá, al sur de Gaza. En una primera fase, el recinto acogerá a unas 600.000 personas procedentes de Al Mawasi y de otras zonas arrasadas. Solo permitirá el acceso a quienes superen un proceso de registro e investigación de seguridad, y no permitirá la salida. Katz lo definió como una solución “temporal”, aunque dejó claro que Israel busca fomentar la emigración. “Este plan debe cumplirse”, recalcó. El campo quedará custodiado por el Ejército desde una cierta distancia y contará con puntos de distribución de ayuda, siempre bajo supervisión internacional.
El Gobierno israelí planteó que la gestión de estas instalaciones corra a cargo de organismos humanitarios. Sin embargo, los principales actores internacionales han rechazado colaborar con estructuras controladas militarmente. La Fundación Humanitaria para Gaza (GHF), vinculada a la distribución de alimentos, se desvinculó este lunes del proyecto. “No tenemos planeadas ni vamos a aplicar esas Zonas Humanitarias de Tránsito ni ahora ni en ningún momento del futuro”, señaló en un comunicado. La organización denunció que algunos medios han difundido documentos falsos, y que Reuters se vio obligada a publicar una corrección. “La noticia era infundada, alimentada por fuentes con mala fe”, añadió.
Bombardeos cerca de la ayuda: ocho muertos más
Mientras Trump y Netanyahu brindaban en Washington, los aviones israelíes atacaron dos puntos de reparto de ayuda humanitaria en Gaza. En el campamento de Nuseirat, tres personas murieron al impactar un misil sobre una tienda ubicada junto a un centro de distribución. Horas antes, cinco gazatíes habían perdido la vida en una cola de ayuda en Rafá. El Ministerio de Sanidad gazatí cifra en más de 750 las muertes registradas en las inmediaciones de centros de asistencia o en puntos donde se esperaban camiones con alimentos.
Desde el 7 de octubre, 57.523 personas han muerto en Gaza y más de 136.000 han resultado heridas. Casi medio millón de civiles se enfrentan a un riesgo de hambruna inminente, según Naciones Unidas. En las últimas semanas, los bombardeos se han intensificado incluso en zonas designadas como “seguras” por el propio Ejército israelí. Las negociaciones en Doha siguen bloqueadas. Hamás insiste en que no liberará a los rehenes sin un compromiso de fin de la guerra. Israel, por su parte, exige la liberación total y el desmantelamiento del grupo antes de aceptar cualquier alto el fuego.
Pese a la violencia, este martes está previsto que entren en Gaza varios camiones de suministros médicos coordinados por la OMS. El Ministerio de Sanidad ha pedido a la población que proteja el convoy de posibles saqueos. “Contiene materiales esenciales para seguir salvando vidas”, aseguró en un comunicado. El cargamento no incluye alimentos.
Irán, una operación conjunta y una negociación futura
Durante la cena, Netanyahu elogió los ataques lanzados el pasado junio por EE.UU. e Israel contra instalaciones nucleares y centros de misiles iraníes. “Hicimos retroceder los dos tumores que amenazaban la vida de Israel: el tumor nuclear y el de los misiles balísticos”, aseguró. El primer ministro celebró el éxito de la ofensiva conjunta y advirtió de que “extirpar un tumor no significa que no pueda volver a aparecer”. “Planeaban construir 20.000 de estas cosas y lanzarlas sobre un país del tamaño de Nueva Jersey”, afirmó. Según sus cifras, los ataques causaron más de mil muertos y 5.600 heridos.
Trump confirmó que Irán ha solicitado reabrir negociaciones. Evitó dar una fecha, pero su enviado para Oriente Próximo, Steve Witkoff, ya ha anunciado que las conversaciones comenzarán “en la próxima semana más o menos”. El presidente estadounidense insistió en que desea levantar las sanciones “cuando llegue el momento”, pero solo si se logra un acuerdo por escrito. “Ellos quieren hablar. Algo puede salir de ahí”, señaló.
Postre, foto y mensaje
Trump también aprovechó la cena para respaldar públicamente a Netanyahu frente a las amenazas de detención. El primer ministro israelí fue preguntado por las declaraciones del demócrata Zohran Mamdani, que ha prometido ejecutar la orden de arresto de la Corte Penal Internacional si gana las elecciones a la alcaldía de Nueva York. “Supongo que la locura nunca termina”, respondió Netanyahu. Añadió que regresará a la ciudad acompañado de Trump.
El presidente no tardó en intervenir. Llamó “comunista” a Mamdani y advirtió que si gana las elecciones en noviembre, “más le vale portarse bien” o la Casa Blanca retirará los fondos federales a la ciudad. Mamdani, miembro del ala más progresista del Partido Demócrata, venció en las primarias al exgobernador Andrew Cuomo con un 56 % de los votos.
Trump y Netanyahu no firmaron ningún acuerdo, pero no lo necesitaban. Escenificaron una alianza que ni se oculta ni se justifica. No hablaron de pausa humanitaria, sino de cooperación. No mencionaron los bombardeos del día, pero sí celebraron operaciones militares conjuntas. Proclamaron su intención de buscar la paz, al tiempo que anunciaban planes para redibujar Gaza desde fuera.
Este martes, si nadie lo impide, llegarán a los hospitales gazatíes los camiones de la OMS. No llevan comida. Solo medicamentos.