Un soldado ruso revela por televisión lo que le hizo a francotiradores ucranianos para que no vuelvan a disparar

“Les corté los dedos índices para que no pudieran volver a disparar”. El que habla es Dugar Zhamnjanov, un francotirador del Ejército ruso que este domingo, en horario de máxima audiencia, confesó en los informativos del estatal Rossiya 1, con total frialdad, cómo se dedicó a mutilar a los soldados rivales, capturados en la guerra de Ucrania. “Era necesario y no me arrepiento. Es mi deber y mi trabajo, que hago con orgullo”, confesaba el militar ante las cámaras de la televisión rusa.

Vestido con ropa de camuflaje y con un rifle de precisión en la mano, Zhamnjanov detalla su método para represaliar a los soldados capturados. Sin titubeos, ni filtros o atisbo de remordimiento. La escena forma parte del principal programa informativo del aparato propagandístico del Kremlin y que, según MTV Uutiset, se emitió como si se tratara de una simple anécdota en el frente de guerra.

El periodista de la BBC, Francis Scarr, especialista en el análisis de contenidos de medios rusos, también compartió en la red social X el momento de la confesión. «En el programa estrella de la televisión estatal rusa, un soldado cuenta, como quien no quiere la cosa, que le cortó los dedos a los francotiradores ucranianos capturados”, publicó Scarr junto al clip de la confesión, que ha empezado a circular rápidamente acompañado de críticas.

Aunque la crudeza del testimonio del francotirador ruso ha encendido las redes sociales, no se trata de un caso aislado. De hecho, varios organismos internacionales llevan tiempo alertando sobre las violaciones del derecho internacional humanitario que han cometido en ambos bandos durante la guerra de Ucrania. Según la ONU, tanto Rusia como Ucrania han torturado y maltratado a prisioneros de guerra. En el caso ruso, según el diario Daily Express, ya había informado de amputaciones de brazos y dedos a soldados ucranianos como práctica habitual para incapacitarles y evitar su regreso al frente.

La confesión de Zhamnjanov, emitida sin reservas por la televisión pública, no solo blanquea la violencia, sino que la exhibe como símbolo de deber patriótico. Otro ejemplo de cómo la maquinaria propagandística rusa utiliza la brutalidad como mensaje.