Trump sopesa llevar EEUU a la guerra con Irán para lograr su «rendición incondicional»

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha elevado la tensión internacional con una doble maniobra que no deja lugar a dudas cuál es su posición en el conflicto armado entre Israel e Irán, cuando se cumple el sexto día de ataques cruzados. Tras mantener una reunión de alto nivel con su Consejo de Seguridad Nacional en la Sala de Situación de la Casa Blanca, de una hora y veinte minutos de duración, el presidente estadounidense ha llamado por teléfono, personalmente, al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, para abordar el curso de una guerra que escala en tono y agresividad. Así lo habría confirmado un alto cargo israelí al medio estadounidense Axios.

El gesto no es menor: la llamada a Benjamin Netanyahu llega en el momento exacto en el que Donald Trump sopesa involucrar directamente a Estados Unidos en la ofensiva militar contra Irán. Fuentes de la Administración estadounidense citadas por Axios aseguran que el republicano está considerando seriamente un ataque a instalaciones nucleares iraníes, especialmente sobre la planta subterránea de Fordow. La coordinación con Tel Aviv, por tanto, no se limitaría a la retórica diplomática sino que se trataría también de preparar el terreno para una posible acción conjunta.

La conversación con Benjamin Netanyahu, además, ha tenido lugar minutos después de que Donald Trump dejara por escrito en su plataforma, Truth Social, uno de los mensajes más agresivos que ha publicado desde que enero regresó a la Casa Blanca: “¡RENDICIÓN INCONDICIONAL!”. Fue la segunda publicación en un margen de tres minutos que venía precedida por otra en la que aseguraba saber el paradero del ayatolá Jameneí: «Sabemos exactamente dónde se esconde el llamado ‘líder supremo’”, en referencia a Alí Jameneí. Y añadía: “Es un blanco fácil, pero está a salvo. No vamos a eliminarlo (¡matarlo!), al menos no por ahora. Nuestra paciencia se está agotando”.

Mientras Israel e Irán siguen intercambiando oleadas de ataques, en una escalada que no se recuerda, Estados Unidos ha empezado a reforzar su presencia militar en la región con el despliegue de más cazas estadounidenses. El Pentágono ha calificado el movimiento como una medida “defensiva”, aunque el discurso de Trump y de su vicepresidente, JD Vance, apunta en sentido contrario. «El presidente se ha ganado nuestra confianza. Si decide actuar, sabremos que lo hace por los intereses de Estados Unidos», declaró Vance. En paralelo, alineándose con Israel, aseguraba que Irán “no puede tener un arma nuclear”.

La guerra sigue, quinto día

Mientras el discurso político en Washington y Tel Aviv se endurece, sobre el terreno todo sigue ardiendo. La ofensiva militar israelí contra Irán continúa por quinto día consecutivo, con oleadas de bombardeos en infraestructuras nucleares, depósitos de armas y también sobre zonas residenciales. En respuesta, Irán ha lanzado una nueva oleada de misiles y drones hacia el centro y sur de Israel. Las sirenas volvieron a sonar la tarde de este martes en el centro y el sur de Israel, aunque sin causar víctimas.

En este contexto, Israel ha defendido públicamente su campaña ante Naciones Unidas. En una carta enviada al secretario general, al Consejo de Seguridad y a la Asamblea General, el ministro de Exteriores, Gideon Saar, afirmó que “Israel, como patria de los judíos, no puede aceptar y no aceptará la amenaza existencial de exterminio” que, según él, representa Irán. El documento, al que tuvo acceso EFE, subraya que Irán no solo mantiene una retórica violenta, sino que “tiene un plan concreto para eliminar a Israel”, que incluye la producción de 10.000 misiles balísticos en tres años.

“Dado el tamaño de Israel, esta es una amenaza intolerable. Ningún país en el mundo toleraría semejante amenaza”, escribió Saar. Aseguró que los ataques israelíes se han dirigido exclusivamente contra objetivos militares y que se han tomado medidas para minimizar los daños a civiles. En contraposición, acusó a Irán de lanzar misiles “de forma indiscriminada” contra zonas pobladas.

Teherán ha respondido con firmeza. El Gobierno iraní ha acusado a Israel de estar librando una “guerra cibernética masiva” contra su infraestructura digital. El Mando Nacional de Ciberseguridad denunció que se han lanzado ataques coordinados para “interrumpir la prestación de servicios a los ciudadanos” y que han sido necesarias medidas excepcionales, como restringir el uso de dispositivos conectados a internet entre altos cargos y personal de seguridad.

Aunque aseguran haber repelido varios ataques, los equipos técnicos siguen trabajando para restablecer sistemas afectados. En paralelo, la Guardia Revolucionaria anunció haber bombardeado las bases desde las que, según Irán, Israel habría lanzado los ataques iniciales. “Los ataques continuarán de forma compleja, gradual y en múltiples niveles”, advirtió el cuerpo militar.

Por otro lado, Hamás ha condenado las amenazas de Trump y ha advertido del “peligro” de una intervención militar directa de Estados Unidos en el conflicto. En un comunicado recogido por el diario Filastín, vinculado al grupo, la organización responsabiliza a “Washington y a la entidad sionista” de cualquier escalada. “Afirmamos nuestro apoyo a Irán y a su pueblo, así como a su legítimo derecho a defender su soberanía nacional”, añadió.

Según cifras oficiales, en Irán han muerto al menos 232 personas desde el viernes, entre ellas civiles, mandos militares y técnicos del programa nuclear. Más de 1.800 han resultado heridas. En Israel, los ataques iraníes han dejado al menos 24 muertos, todos ellos civiles. Más de 2.700 personas han tenido que abandonar sus hogares en el sur del país, mientras 38.000 turistas extranjeros siguen atrapados. Irán ha trasladado parte de su arsenal al centro del país y continúa con el lanzamiento de misiles y drones.

Los mercados energéticos han reaccionado con nerviosismo. Los bombardeos israelíes han afectado zonas cercanas al campo de gas South Pars, compartido por Irán y Catar. Aunque no hay confirmación oficial de daños, el temor a una interrupción del suministro ha disparado la volatilidad del crudo. Una eventual implicación directa de Estados Unidos, sumada a nuevos ataques sobre infraestructuras clave, podría impactar de forma inmediata en el equilibrio energético global. El estrecho de Ormuz, por donde pasa cerca del 20 % del petróleo mundial, vuelve a situarse en el centro del tablero.