Donald Trump ha roto el guion de la cumbre del G7 que se está celebrando en Canadá. El presidente de EEUU ha decidido, un día después de llegar a la ciudad de Kananaskis, irse un día antes de la clausura oficial de un encuentro en el que se han reunido las principales potencias económicas occidentales. El motivo: el recrudecimiento del conflicto armado entre Irán e Israel, que ya cumple su quinto día de ataques cruzados entre ambos países y en el que ya han muerto centenares de personas. Su salida, además, no solo ha alterado la agenda diplomática de la reunión sino que también ha dejado en evidencia las divisiones existentes entre los asistentes, incapaces de consensuar una declaración conjunta tanto sobre este conflicto de Oriente Próximo o sobre la situación en Ucrania.
“El presidente Trump ha pasado un gran día en el G7, en el que incluso ha firmado un gran acuerdo comercial con Reino Unido y su primer ministro, Keir Starmer. Se ha conseguido mucho, pero por lo que está pasando en Oriente Medio, el presidente Trump se marchará esta noche después de la cena con los jefes de Estado», ha anunciado en redes sociales la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt. Con la salida del republicano se cancelan, por lo tanto, las reuniones programadas con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y con su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski. Un gesto que algunos han interpretado como un obstáculo más en las ya complicadas negociaciones sobre Ucrania e Irán. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, no se ha andado con rodeos tras conocer la decisión de Washington: «Su marcha puede ser positiva si ayuda a lograr un alto el fuego”.
De hecho, el ambiente en Kananaskis, la ciudad del norte del Canadá elegida como sede la cumbre del G-7 ya era tenso. Las divisiones entre los socios del club al que pertenecen las principales economías del mundo se hicieron palpables desde el arranque, con EEUU rechazando firmar el borrador de una declaración conjunta que llamaba a la desescalada en Oriente Próximo. Ante la negativa de Washington, el país anfitrión abandonó la idea de presentar la versión definitiva de un comunicado consensuado. Más allá del desacuerdo, Trump también ha generado un gran malestar por su cercanía con Putin y al defender que echar a Rusia del G8 fue «un error garrafal», además de recuperar las subidas de aranceles como una herramienta de presión para las negociaciones, incluso con países aliados.
Replicando la advertencia de Netanyahu
Pero antes de subirse al Air Force One para volver a Washington, Donald Trump encendía aún más el ambiente con la publicación de un mensaje en su red social, Truth Social, en el que calcaba el aviso había lanzado Israel, en el que se ordenaba la evacuación urgente de la capital iraní, antes de que Israel bombardease la televisión estatal IRBI: “Todo el mundo debería evacuar inmediatamente Teherán”, escribía el presidente estadounidense.
En el mismo mensaje, Donald Trump también ha acusado al régimen iraní de desperdiciar la oportunidad de firmar un acuerdo nuclear con Estados Unidos: «Irán debería haber firmado el ‘acuerdo’ que les dije que firmaran. Qué vergüenza y qué desperdicio de vidas humanas. En pocas palabras: IRÁN NO PUEDE TENER UN ARMA NUCLEAR. ¡Lo dije una y otra vez!”, escribió en letras mayúsculas en su red social.
Poco antes, el presidente republicano insistía en que Irán había mostrado su disposición a rebajar las tensiones con Israel. “Deben llegar a un acuerdo. Es doloroso para ambos, pero Irán no está ganando esta guerra y deberían hablar antes de que sea demasiado tarde”, ha dicho antes de añadir: “A Israel le está yendo muy bien”. Trump también ha insistido que el régimen iraní ha cometido un error estratégico al rechazar un pacto nuclear que, según dice, les ofreció con un plazo límite de 60 días. “Les di 60 días y dijeron que no. Y el día 61 ya se ha visto lo que ha pasado”, ha declarado, en alusión a los bombardeos israelíes que han matado a altos mandos y científicos iraníes.
La tensión en Oriente Próximo no ha hecho más que crecer en estos cinco días. Hoy, en una advertencia que replicaba el modus operandi que se había aplicado en Líbano o Gaza, Israel ordenaba la evacuación de un distrito de Teherán porque «en las próximas horas” se iba a lanzar una serie de ataques aéreos en la zona. Al mismo tiempo, Irán contraatacaba con un bombardeo en Bnei Brak, en las afueras de Tel Aviv, donde el sábado moría una mujer y un edificio quedaba destrozado. En pocas horas, ocho israelíes perdieron la vida en distintos puntos del país.
Otro de los puntos álgidos de la tensión entre Israel e Irán ha sido el ataque israelí contra la televisión estatal iraní. En un vídeo que circula por redes sociales, se ve como una de las presentadoras del canal IRBI se ha visto obligada a salir del plató durante la emisión. El ministro israelí de Defensa, Israel Katz, ha reivindicado el ataque israelí: “La autoridad de difusión de propaganda e incitación del régimen iraní ha sido atacada tras una evacuación a gran escala. El dictador iraní está paralizado en todas partes”.
El ejército iraní, a su vez, ha amenazado con atacar las sedes de los canales 12 y 14 de Israel, además de pedir a los presentes que se alejen al menos 500 metros. La Guardia Revolucionaria ha mantenido el ritmo de contraataques, y esta misma noche ha lanzado una nueva andanada de misiles. Según datos oficiales, Israel ha sufrido 21 muertos y 631 heridos desde el inicio del conflicto, mientras que en Irán los fallecidos superan los 220, incluidos altos mandos y científicos del programa nuclear.
Mientras tanto, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, ha ordenado reforzar la presencia militar en Oriente Próximo. En un mensaje publicado en su cuenta oficial de X, el jefe del Pentágono ha anunciado el envío adicional de “capacidades defensivas” al área de responsabilidad del Mando Central de EE.UU. (CENTCOM), que opera en Oriente Medio y Asia Central.
“Durante el fin de semana he ordenado el despliegue de capacidades adicionales en la zona de responsabilidad del Mando Central de Estados Unidos”, ha escrito Hegseth. Además, ha subrayado: “La protección de las fuerzas estadounidenses es nuestra máxima prioridad y estos despliegues pretenden mejorar nuestra posición defensiva en la región”.