Justo antes de que todo saltase por los aires, Pedro Sánchez pidió un último ejercicio de contención a los suyos. El juez Leopoldo Puente ya había decretado el levantamiento del secreto de la investigación el jueves por la mañana y el famoso informe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, del que tanto se había escrito y especulado, estaba a punto de ver la luz. La noche antes, elDiario.es había adelantado que ese informe aportaba grabaciones muy comprometedoras para el número 3 del PSOE y que lo dejaban al borde de la imputación. Pero Santos Cerdán le volvió a dar su palabra en privado al presidente: que jamás nadie podría incriminarlo porque no había participado nunca en conversaciones sobre amaños de contratos públicos y cobro de comisiones. Y Sánchez, según reconoció el propio presidente al día siguiente, le creyó.
Esa fue la última vez que Cerdán le mintió a Pedro Sánchez, aunque durante la misma mañana del jueves también engañó varias veces a los periodistas del Congreso. En una actitud que no entienden ni sus compañeros de filas más cercanos, acudió al Pleno y atendió a la prensa apenas un par de horas antes de que el informe de la UCO desvelara las actuaciones que ha llevado a cabo durante los últimos once años. “Estoy completamente seguro de que ese informe no me va a implicar en ningún amaño. Estoy muy tranquilo porque no he cometido ninguna ilegalidad”, dijo.
La publicación del informe que lo sitúa como la persona que “se encargaba de gestionar el monto y los pagos” dentro de la presunta trama corrupta que conformaba junto a Koldo García y José Luis Ábalos le pilló sentado en su escaño. Estaba completamente solo, en una imagen elocuente de la actitud de la bancada socialista hacia el hombre en el que aseguran que confiaron hasta el último segundo. Un fotoperiodista parlamentario captó a Cerdán leyendo lo que decía de él la UCO en su teléfono móvil. Pero a la salida del Pleno, volvió a mentir. “No, no he leído el informe. Cuando lo conozca daré todas las explicaciones en una rueda de prensa”. Como quedó acreditado, sí había leído ese informe. Y nunca llegó a ofrecer esa comparecencia.
Precisamente ése, el del engaño, es el sentimiento que más repiten los pocos cargos socialistas que han compartido estos años de trabajo a su lado y que atienden a las preguntas de los periodistas tras el tsunami que ha puesto patas arriba al PSOE y al Gobierno. “Nos ha engañado, nos ha engañado todo este tiempo”, repiten aún en shock en el partido. En la Moncloa tampoco encuentran explicación. “Lleva dos años negándolo todo. Es muy grave y no lo llegamos a entender”.
A ese sentimiento de traición llegó a ponerle palabras el propio Pedro Sánchez durante su comparecencia en Ferraz. “Hasta esta misma mañana yo estaba convencido de la integridad de Santos Cerdán. Me equivoqué, no debí confiar en él”, dijo antes de pedir perdón a la ciudadanía. La versión del presidente es que a él también lo ha tenido engañado todos estos años en los que han trabajado codo con codo. Muchos dirigentes del partido se sienten representandos en las palabras de la presidenta de Navarra, María Chivite, una persona del círculo de mayor confianza de Cerdán. “Lo que he leído en el informe de la UCO no se corresponde con mi amigo”, dijo entre lágrimas.
Pero antes de marcharse, Cerdán tuvo el atrevimiento de colocar un par de engaños más en su carta de despedida. El primero, que la decisión de dimitir partió de él. Según narró el propio Pedro Sánchez durante su comparecencia y según cuentan desde su equipo, fue el presidente quien lo citó en la Moncloa para exigirle su renuncia, a lo que él respondió con una última defensa de su inocencia en la que llegó a deslizar que no se reconocía en esas conversaciones que ya ha leído todo el país.
En su carta también aseguró que entregaría su acta de diputado. Eso fue el jueves, poco después de las tres de la tarde. Al cierre del registro del Congreso este viernes no había oficializado su renuncia, algo que en el PSOE hay quien relaciona con una estrategia premeditada de su defensa para acogerse a los beneficios del aforamiento en la causa que se cierne sobre él. Mientras sea diputado, el juez no puede, por ejemplo, ni ordenar un registro, ni retirarle el pasaporte ni monitorizar sus cuentas. Según ha podido saber elDiario.es, Cerdán estuvo en Ferraz este sábado para recoger sus pertenencias y trasladó al partido que formalizaría su renuncia como diputado el lunes.
Ese final de la carrera política de Santos Cerdán, coronado con la publicación de los audios en los que se le oye participar junto a Koldo y a Ábalos en conversaciones sobre presuntas mordidas y amaños de obras, supone un trauma en el corazón del PSOE del que todo el mundo admite que costará recuperarse. Porque Cerdán no era uno más, porque ni siquiera su comportamiento “era en absoluto como el de Ábalos”, según sus compañeros. Y porque su trayectoria en el partido desde los tiempos de Navarra y durante los últimos años junto a Sánchez le granjearon la vitola de un “hombre leal”, comprometido con “valores verdaderamente progresistas” y capaz de sacrificarse en virtud de sus principios. Una retahíla de bondades que describen quienes han trabajado a su lado y que se fueron por el sumidero de forma abrupta en cuestión de segundos esta semana.
Porque la investigación a Santos Cerdán (Navarra, 1969) que ha llevado a cabo la UCO alcanza hasta 2013. De ese año aparecen “numerosos mensajes intercambiados entre ambos en los que se aprecia una vinculación subordinado-jefe”. Santos confía por completo en Koldo: demuestra hacia él “una fuerte confianza”, escriben los investigadores. Y ponen un ejemplo: el 13 de julio de 2014, Cerdán –ya destacado en el equipo del aspirante Pedro Sánchez a la Secretaría General del PSOE– pide a Koldo: “Cuando termine, apuntas como que han votado esos dos que te faltan sin que te vea nadie y metes las dos papeletas”. Sánchez ganó esas primarias por 16.000 votos de diferencia frente a Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias.
Entre ellos irrumpe un empresario navarro, Antxon Alonso, que crea la compañía Servinabar 2000, un instrumento del grupo investigado para relacionarse con la macroempresa Acciona, la gran constructora que repartirá los beneficios obtenidos entre sus miembros, siempre según el informe. Según la UCO, la simbiosis con la constructora era tal que en un bar de nombre ‘Franky’, en Pamplona, se elaboraban facturas falsas por supuestas comidas de empleados de Acciona por “700 o 800 euros”. Y el dinero acababa en el bolsillo de Koldo.
Portavoz parlamentario socialista en Navarra en 2015, antes de su aterrizaje a la política nacional Santos Cerdán tuvo un destacado papel orgánico en la turbulenta vida del Partido Socialista durante los primeros pasos del sanchismo. Previa a la irrupción del actual presidente del Gobierno, había sido una de las personas más destacadas de la candidatura de Carme Chacón que se enfrentó en primarias a Alfredo Pérez Rubalcaba. Papel que repitió en las siguientes primarias entre Sánchez y Eduardo Madina en favor del hoy secretario general.
Tras el cisma interno en Ferraz la noche del 1 de octubre de 2016 en el que la dirección del partido desalojó a su secretario general del sillón de mando, Sánchez convocó una reunión de urgencia con un reducido número de fieles en un hotel junto a la estación madrileña de Chamartín. Recuerdan algunos de los presentes a esa cita que allí estaban Francina Armengol, Óscar López, Luis Tudanca, Idoia Mendia, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, José Luis Ábalos y Santos Cerdán. Y el hoy presidente planteó la posibilidad de volver a presentarse a las primarias después de haber sido desahuciado.
En ese momento, la mayoría le trasladó que se sumaba a la candidatura de Patxi López. En concreto, todos menos Celis, Ábalos y Cerdán. Y de esos tres últimos apoyos inquebrantables, Celis y Ábalos llegaron a mostrar algún reparo sobre la conveniencia de dar el paso por la necesidad de proteger personalmente a un hombre abrasado políticamente en ese momento tras ser expulsado de la secretaría general por sus propios compañeros. “Solo Santos defendió que había que seguir adelante, que la militancia estaba encendida después de todo lo que había pasado y que, si se presentaba, ganaría de calle”, recuerda uno de los testigos de aquella reunión.
Número dos de José Luis Ábalos hasta 2021, sucedió al exministro al frente de la secretaría de organización, que Pedro Sánchez le confió. Tras el estallido del ‘caso Koldo’ se produjo una situación que, vista con perspectiva, resulta surrealista. Cuando el escándalo de corrupción explotó y se llevó por delante a Koldo y Ábalos, Cerdán, el hombre que aparece en las grabaciones hablando de contratos a dedo y comisiones con ellos, fue el encargado de acudir al domicilio personal del exministro para comunicarle su expulsión del partido y pedirle la entrega del acta de diputado, a lo que Ábalos se negó. Entre las filas socialistas admiten el rubor de imaginarse a día de hoy el contenido de esa conversación entre dos miembros de la misma presunta trama corrupta.
El pasado diciembre, Santos Cerdán concedió la última entrevista a un medio estatal. Fue en elDiario.es y, preguntado y repreguntado por las informaciones que le implicaban en el ‘caso Koldo’, se puede constatar seis meses después la facilidad con la que desplegó su habilidad para la mentira. “¿Nunca nadie podrá demostrar que usted se ha beneficiado de ninguna actividad ilícita relacionada con su trayectoria política?”, se le preguntó. “Nunca nadie lo va a poder demostrar. Me he dedicado desde 2008 a la actividad política profesionalmente, y si algo tengo, es una hoja de servicio intachable”, respondió.
Quienes compartieron horas y horas de trabajo en Ferraz con él describen una “tenacidad inquebrantable” que puso a prueba durante la negociación más difícil de cuantas haya afrontado, al menos en la política institucional: la ley de amnistía al procès catalán y el acuerdo para investir a Pedro Sánchez negociado con Carles Puigdemont por el hombre que nació en un pequeño pueblo navarro de 3.000 habitantes llamado Milagro y que durante mucho tiempo de su trayectoria política necesitó escolta para protegerse del terror de ETA. Que el presidente le encomendara tal misión, da buena cuenta del nivel de cercanía y confianza que le profesaba.
Después de la famosa foto con Puigdemont, Santos Cerdán tuvo que volver a llevar escolta por las amenazas de la ultraderecha. Y ese creyó todo el mundo en el PSOE que sería su legado: el de quien decidió complicarse la vida en favor de su país y de su partido por unos principios, y no el del hombre que consiguió engañar a todo el mundo todo el tiempo.