Muere Frederick Forsyth a los 86 años, maestro de la novela de espías y padre de ‘Chacal’

¿Verdad, media verdad, o ficción? Cuando en 1971 el ex corresponsal de la BBC en Francia y en el genocidio de Biafra, en Nigeria, Frederick Forsyth, publicó su novela ‘The Day of the Jackal’ (‘El día del chacal’, que en España se publicó con el más escueto título de ‘Chacal’), hubo un debate acerca de si en ella el autor se había limitado a dar rienda a su creatividad o si, por el contrario, había desvelado, de manera retorcida, un intento de asesinato del ex presidente de Francia, Charles De Gaulle.

Las descripciones de Forsyth eran demasiado precisas. Su conocimiento de la ‘guerra sucia’ entre la Organización Armada Secreta (OAS, el grupo de ultraderecha que nunca perdonó a De Gaulle la independencia a Argelia) era excesivamente detallado. Todo el mundo sabía que, como escribía Forsyth en el libro, «bajo la fachada de una de las sociedades más civilizadas del mundo», el Estado francés había desatado una implacable guerra de exterminio contra los terroristas.

Y, además, Forsyth era un periodista respetado. Dos años antes había publicado su primer libro, ‘La noticia de Biafra’, sobre la guerra en esa región de Nigeria, que hoy no dudaríamos un instante en calificar de genocidio. Era un tipo tan comprometido con la causa del periodismo que había visto que, cuando la BBC le dijo que tenía que irse de Nigeria porque la guerra que de verdad interesaba era la de Vietnam, dejó la empresa pública británica y se quedó cubriendo el conflicto como ‘freelance’. Ética intachable.

Casi cinco décadas y media después, nadie duda de que ‘Chacal’ es pura ficción de la primera página a la última, aunque toma hechos reales para reforzar la narración, como el intento de asesinato de De Gaulle por la OAS en 1972. Claro que hoy también sabemos que el conocimiento de Forsyth de las cloacas del Estado, de la miseria del terrorismo y del espanto de los asesinos a sueldo no solo venía de su actividad profesional pública. Como él mismo relató en agosto de 2015, cuatro años antes de la publicación de la novela, cuando era corresponsal de guerra en Biafra, había empezado a trabajar como informante para el MI6, el servicio de espionaje británico.

Así que lo de ‘ética intachable’ de dos párrafos más arriba era solo una manera de confundir al lector, una técnica que Forsyth dominaba a la perfección en sus novelas. El escritor, que falleció este lunes a los 86 años, lega 18 títulos, en su mayor parte novelas de espionaje e intriga, 75 millones de libros vendidos y varias adaptaciones de sus novelas al cine. Pero, como dijo su agente, Jonathan Lloyd, lo que Forsyth deja es, sobre todo, «una vida bien vivida».

Fue piloto de caza -uno de los más jóvenes de la Historia de la RAF, la Fuerza Aérea Británica-, espía (según él, sin sueldo, solo por adhesión a la causa), corresponsal, columnista, comentarista político, y, sobre todo, bon vivant. Siempre dijo que había empezado a escribir libros por necesidad económica. Pero lo cierto es que nunca vivió con estrecheces. Fue a un internado privado, lo que en el Reino Unido es un signo de distinción económica. Y pasó la mayor parte de su vida alterando entre diferentes mansiones, siempre de más de veinte habitaciones, en diferentes áreas rurales de su país. Se casó dos veces, fue novio de la estrella de Hollywood de los setenta Faye Dunaway y le gustaba vivir como un ‘dandy’. No en balde, había trabajado para el MI6, igual que James Bond. A lo largo de su vida, fue girando hacia posiciones cada vez más conservadoras. Apoyó el ‘Brexit’ y defendió la invasión de Irak, nadie sabe muy bien si por convicción o por si el ambiguo concepto de cercanía que una parte del establishment británico siente hacia EEUU. Ya en su libro de 1989 ‘El cuarto protocolo’ expresa su temor de que la Unión Soviética se infiltre en el Gobierno británico a través de un gobierno laborista.

Pero, sobre todo, fue una fuerza de la Naturaleza. Aunque alcanzó su mayor fama por sus thriller, su obra incluye relatos de aventuras, intimistas y hasta de amor. Ganó en dos ocasiones el Premio Egar Allan Poe, que otorga la Asociación de Escritores de Misterio de Estados Unidos. La primera vez, por ‘Chacal’. La segunda, en 1981 por el cuento ‘No hay serpientes en Irlanda’, incluido en su libro ‘Sin retorno’.

Su carrera tiene algún giro rocambolesco, como cuando en 1999 escribió ‘El fantasma de Manhattan’, una continuación de ‘El fantasma de la ópera’. En su día, Forsyth justificó su salida de sus géneros habituales con un «he escrito de mercenarios, asesinos, nazis, asesinos, terroristas, Fuerzas Especiales, pilotos de cazas, lo que quieras, así que he pensado: ¿podría escribir algo sobre el corazón de las personas?» La realidad fue más prosaica. Forsyth escribió el libro por encargo del compositor Andrew Lloyd Webber, que planeaba usarlo como base para una segunda parte de su musical ‘El fantasma de la ópera’. Finalmente, la novela de Forsyth fue utilizada solo en parte por Webber para su representación ‘Love Never Dies’.