La calma de Lamine ante Cristiano y el cabreo de Mbappé: «No estoy de acuerdo, pero si lo digo, dirán que estoy enfadado»

Lamine Yamal salió del Stuttgart Arena asombrando tanto como en la Eurocopa. Si el duelo ante Francia medía su altura para pelear el Balón de Oro con Dembélé y quién sabe si también con Mbappé, la conclusión dicta que salió del partido como el mejor jugador. Ahora le espera Portugal con Cristiano Ronaldo, por el que le preguntaron. Con su gorra hacia atrás y de lado, apoyado con desgana sobre la mesa de la sala de prensa, dejó una de esas frases que serán recordadas: «Es una leyenda, pero el domingo yo haré mi trabajo, que es ganar».

Mientras, cosecha elogios. «Lamine ha dado un golpe en la mesa. Es el mejor del mundo y merece el Balón de Oro», sentenció Luis de la Fuente. «Cada cosa que hace, sorprende», resumía el presidente de la RFEF, Rafael Louzán. Su compadre Nico Williams, que bailaba con Samu y Gavi, antes del duelo, como si fuera un torneo de juveniles y no una semifinal, lo que quiere es que siga concentrado: «Dejadle tranquilo, que tiene que ganar la final». Bien sabe que nada le despista.

«Lo importante es hablar en el campo. Como le digo a mi madre, para estos partidos juego al fútbol, son los que me motivan«, avisó la joven estrella que, como todos, hubiera preferido sufrir un poco menos. «El resultado en el minuto 60 era muy grande, pero sabemos que tienen jugadores de clase mundial», recordaba. Para cuando Francia quiso apretar en el minuto 80, España ya les había avergonzado en dominio y acierto goleador. Dieron el susto, sí, pero esta selección irreverente olvida los «desajustes», como los calificó Mikel Merino, y mira ya cómo vencer a Portugal.

«Firmo terminar todos los partidos así», decía el seleccionador. «Estoy feliz porque era un partido dificilísimo con dos de los mejores equipos del mundo. Hemos aprovechado nuestro momento, no es fácil meter a un rival cinco goles, y ellos también», sintetizó, expresando una alegría que era cabreo al otro lado de la sala de prensa, en el vestuario francés.

Ese enfado lo resumió muy bien Mbappé, dueño de un partido más que aceptable y que se fue directo hacia el árbitro nada más terminar el partido. Le pedía que le enseñara el reloj. Estaba enfadado por el poco tiempo que se había jugado en la prolongación, donde su equipo buscaba el empate. «No estaba de acuerdo con el árbitro sobre el tiempo de descuento, pero si lo digo pensarán que estoy enfadado. Cuando hay cinco minutos, hay que jugar cinco minutos por lo menos», decía el 10.

Para España, quizá fuera Stuttgart la clave. Si España juega en su Arena, Merino emerge como protagonista y si el rival es Francia, Lamine Yamal aparece para destriparla y, aunque apretando los dientes, encadenar 24 partidos oficiales sin perder (20 victorias y cuatro empates). Ya ha agarrado al equipo de Javier Clemente y amenaza al exitoso de Vicente del Bosque. Ante Portugal podrá revalidar su condición de campeón de la Liga de Naciones y sumar tres títulos en tres años. Alemania convertida en Tierra Santa.

Los recuerdos de Merino y Pedri

La selección creó en el estadio alemán los recuerdos del pase a las semifinales de la Eurocopa con un gol de Merino a los anfitriones. «Me está dando grandes alegrías», reconoció el delantero del Arsenal. En septiembre de 2020 este mismo estadio vio su debut como internacional, con su padre en la grada. No podía imaginar el histórico futbolista de Osasuna que, cuatro años después, su hijo celebraría un gol que llevaba a España a semifinales de la Eurocopa dando la vuelta al banderín de córner como él hizo en 1991 en un duelo de la entonces Copa de la UEFA. Mucho menos se le pasaba por la cabeza que exactamente 11 meses después, volviera a hacerlo para encaminar a la selección de nuevo a una final, esta vez de la Nations League. Dos homenajes, además, ante Alemania y Francia que convierten esos goles en inmortales.

Su tanto fue ‘conexión Real’, con Martín Zubimendi en el inicio de la jugada y el entendimiento con Mikel Oyarzabal, que lo dejó solo ante Maignan. Ya había asistido el capitán txuriurdin a Nico Williams, quien abrió el marcador tras una asistencia en pelea con el gigante Konaté. Por algo De la Fuente le tiene fe ciega y es el máximo goleador con nueve tantos y pudieron ser 10 si no llega a ser por su generosidad.

Cuando a Lamine lo cazó Rabiot en penalti, se acercó a la estrella culé y le animó a lanzar. No falló pese a ser el primero que pateaba como profesional y dejó sentenciada una eliminatoria que, es justo decirlo, también sostuvo Unai Simón con sus paradas durante algunos minutos. Así lo hizo De la Fuente: «Me alegro mucho por él, porque ha sido cuestionado y maltratado durante mucho tiempo».

No parecía que España tuviera miedo al despertar francés, pero por si acaso Pedri marcó un gol magistral, advirtiendo al portugués Vitinha de que está listo para mirarle a los ojos y disputarle la pelota el próximo domingo. De aquellas lágrimas por caer lesionado en la Eurocopa a celebrar su acierto. También durante todo el partido hubo recuerdos en forma de pitada para Marc Cucurella, como si hubiera sido culpable de aquella mano que nadie olvida en Alemania.

Sin defensa que pare a Lamine

Pero aún tenía que aparecer otra vez Lamine para burlar a toda la defensa y, aunque fuera de punterón, marcar su segundo tanto. Tenía razón Deschamps: no ha habido aún una defensa capaz de parar al talento de Rocafonda. España se estaba divirtiendo y hasta pudo haber sumado a la fiesta a Dean Huijsen en su segundo partido como titular. Su gol, el tercero para España tras una jugada ensayada de libre indirecto, fue anulado por un justísimo fuera de juego.

El camino de rosas que dibujó España con el 5-1, porque había aparecido Mbappé, se fue complicando en parte por la relajación de haberse visto tan superiores, pero también a causa del ataque de rabia de Francia, que no quería salir tan humillada de la Nations League. Echó mano Deschamps del debut de Cherki, que se estrenó con golazo, y Kolo Muani tanto para intentar remontar como para maquillar el varapalo que pone en la picota la cabeza del seleccionador.