Antonio Orozco: «Para cambiar, dejé de creer en los gurús, las dietas milagrosas y las mierdas que nos vende la autoayuda»

«Antes de nada, te quiero agradecer tu tiempo», saluda Antonio Orozco (Hospitalet, 1972) y deja un tanto descolocado a quien escribe, acostumbrado a que los artistas de cierto rango afronten las entrevistas como enojosos compromisos. Celebra 25 años en la música con nuevo disco (‘El tiempo no es oro’), una gira por toda España que arranca en junio y una metamorfosis externa e interna tras superar una depresión y perder más de 20 kilos. Tiene ganas de hablar. «Es cierto, además he vivido la época en que sacas un disco y nadie se interesa, eso es realmente angustioso y es cuando realmente te tienes que preocupar, que te entrevisten es siempre un buen síntoma», explica.

¿Eres de esos que fingen sorpresa por llegar hasta donde han llegado?
Al contrario. Me preguntó mi hijo si me imaginaba que 25 años después estaría haciendo música y le dije que sí. Por supuesto que me lo imaginé y me lo curré. Vivo y respiro por y para mi trabajo y mi familia. Mi trabajo es el principio y el fin de cada día. Creo que la palabra acertada para definirme sería workaholic. Vivo trabajando y trabajo viviendo y no lo cambiaría por nada aunque el nivel de responsabilidad que conlleva es grande. Por ejemplo, yo en el proceso de composición he pasado momentos de muchísimo estrés y ansiedad porque a menudo la inspiración no acompaña. Ese bloqueo es jodido. Al final necesitas tener un método que acompañe a la inspiración, que es un elemento que está vivo, hay que darle de comer, necesita su proceso, necesita que la carne esté tierna. Seguramente mucha gente estará pensando que estoy mal de la cabeza ahora mismo [risas].
Cada uno funciona a su manera.
Es que a la inspiración hay que darle de comer. Es como una flor que necesita agua, luz y tiempo. Un tiempo en el que te aburres y no encuentras nada hasta que un día converge todo y se convierte en la canción más bonita que has escrito en tu vida. Mira, lo único que te puedo decir con total seguridad es que el disco que viene es el mejor de mi carrera.
Claro, qué vas a decir…
[Risas] Ya, pero lo digo de corazón. Sé que es el mejor de mi carrera solamente por un motivo: porque le he dedicado mucho más tiempo que a cualquier otra cosa en mi vida. He hecho todo lo máximo que una persona puede hacer cuando se dedica a lo que me dedico yo. Sabes que el peor crítico suele ser uno mismo. Bien, pues esta vez tengo la conciencia en paz porque sé que no habría podido hacerlo mejor.
Lo cierto es que has llegado a él tras atravesar una etapa muy dura a nivel personal.
En los primeros días de noviembre del año 2023 acabé un concierto en Bruselas que cerraba la gira internacional, me fui a mi casa y de repente tenía 40 de fiebre. Estuve así varios días y el día 11 de noviembre, al ver que no mejoraba, decidí suspender una gira de teatros en la que iba a tener 111 funciones. Fue la primera vez en mi vida que di un paso atrás, pero entendí que algo estaba muy mal y ese era el principio de un cambio absoluto en mi vida y mi forma de disponer de ella.
¿Eras consciente de que esa fiebre era un síntoma de un mal mayor?
Sí, ahí empieza un proceso de reconstrucción masiva. Para poder cambiar, dejé de creer en los gurús, en las dietas milagrosas y en las muchas mierdas que nos venden con la autoayuda y me puse serio. Porque si he descubierto algo en todo este proceso es que antes yo no sabía nada, pero creía que sí. Ahora soy consciente que no sé nada de nada y debo ponerme en manos de los expertos. El primer día que fui al médico que después me acompañaría en todo este proceso, me dijo que con mi edad, mi peso y mi estado, me podían pasar cinco cosas y ninguna de las cinco me iba a gustar, todo eran enfermedades y desenlaces graves
¿Te sorprendió?
Pensaba: «¿Cómo he llegado hasta aquí? No lo sé. ¿Por qué peso 127 kilos? No lo sé. ¿Por qué soy incapaz de hilar dos acordes o escribir una frase? No lo sé». Aquí voy a utilizar una frase de Leonard Cohen que decía «primero conquistaremos Manhattan, después conquistaremos Berlín». Me di cuenta de que tenía que reconquistarme a mí mismo paso a paso. Lo primero que hice fue ponerle fecha a este proceso. El día 1 de febrero de 2024 empezaría un proceso de cambio masivo intentando demostrar, demostrarme, que si le das la importancia a las cosas y les dedicas el tiempo necesario, todo es posible.
Has mostrado ese proceso en un documental, ‘El método Orozco’.
Sí y la mayoría de medios de comunicación han utilizado el clickbait de mi pérdida de peso. Lo entiendo porque hay estudios que dicen que al 85% de la población no le gusta cómo se ve. Hablando con un médico muy influyente de la Pompeu Fabra me dijo que no hay ninguna persona en el mundo que elija ser gorda, igual que no hay nadie que elija ser calvo. Hay un gen y una serie de cosas que tienen que ver con la ciencia que hace que tengamos esas tendencias. Hoy en día ese punto no está tratado por la seguridad social. Pero en mi camino hacia volver a estar bien han ocurrido cosas infinitamente más importantes.
Lo realmente importante fue lo mental.
Sí. El proceso depresivo es una cosa de la que yo no tenía ni idea. Cuando decido afrontar esta crisis y darle un cierto orden a las cosas, lo primero que recomiendo a la gente que está pasando un mal momento es que intente crear un método muy claro de funcionar. Yo intentaba levantarme muy temprano, hacer ejercicio y tenerlo todo muy bien estructurado. Y en este proceso de cambio incluí una figura que en mi vida nunca había existido, que es el psicólogo. Me decidí porque ahora se habla tanto de eso, se ha roto al fin ese tabú y me animé. En la primera conversación con el psicólogo clínico que me sigue acompañando hoy le conté mis comportamientos, lo que estaba haciendo en los últimos meses y me dijo: «Tú estás atravesando una depresión severa». Me quedé mudo. Ni lo sospechaba.
¿Qué comportamientos estabas teniendo?
Me costaba muchísimo enfrentarme a la vida cotidiana, había dejado de salir a la calle, llegaba a cualquier ciudad y me quedaba metido en la habitación del hotel. Afectaba a todo en mi día a día. Por ejemplo, si quería ver una película o una función de teatro, tenía que ser a través de internet. Los últimos meses de mi vida estaba completamente aislado y para mí era normal, no entendía que estuviera haciendo nada extraño, pero al hacer un análisis más profundo te das cuenta de que tenía carencias y traumas que enfrentar. Cuando le pusieron nombre, lo entendí. Era una depresión y me había empujado a intentar no enfrentarme a nada, a que todo lo desconocido me daba miedo. La incertidumbre, que nunca había sido un problema en mi vida, de repente era un escalón que no podía subir y mis relaciones sociales directamente habían desaparecido. El paseo más largo que daba era con el perro sin salir de mi urbanización. No eran cosas naturales, pero las había normalizado. De verdad pensaba que estaba bien.
Otro que acabó harto de hablar de su pérdida de peso fue tu amigo Dani Martín, que colabora contigo en el primer single.
Es bastante heavy lo que te contaba antes. Si todo está contado y todo el mundo sabe cómo se mantiene el peso, ¿por qué el 85% de la población está descontenta con su aspecto? Por eso le preguntaban a Dani y por eso me preguntan a mí. Es evidente que pesó 22 kilos menos que hace año y medio y aún tengo que perder 10 más para llegar a mi peso ideal. Pero a ese proceso le tienes que dedicar tiempo. Las dietas milagrosas y todo eso que nos venden no funcionan, que nadie se deje engañar porque los grandes cambios necesitan grandes periodos de tiempo. Yo empecé el 1 de febrero del año pasado y aún me queda, pero ahora en Instagram todo el mundo sabe todo. Pues yo no sabía nada de nada. He aprendido ahora escuchando a los que saben, doctores y profesionales.
¿Qué has aprendido?
No he hecho grandes cambios en cuanto a estilo de vida, pero sí métodos muy bestias en lo que tiene que ver con el ejercicio. Todos los días hago sesiones de gimnasio, aunque me ha costado encontrar la mejor manera. Casi siempre quedo mal cuando me comprometo con terceras personas porque no me da tiempo, el avión llega tarde, la niña se pone mala… Así que empecé con entrenadores personales, no me cuadraba y asociaba ese fracaso con la falta de compromiso. Lo que me ha funcionado increíblemente bien al final es un plan de entrenamiento virtual a través de una app. Eso depende ya sólo de mi fuerza de voluntad y, aunque es muy jodido, cuando la salud va por delante acabas cumpliendo a diario. Además utilizo un software que cuenta las calorías de las cosas que como y cuando una noche coges tres onzas de chocolate del niño y ves que son 600 calorías, te sientes tan culpable que no repites.

En estos 25 años has vendido millón y medio de discos, tienes un disco de diamante, nueve de platino y casi 40 de oro…
¡Dónde estarán mis discos de oro!
¿No lo sabes?
Mi madre tiene alguno y los bares de Madrid deben estar llenos.
¿Salías y los perdías?
Alguno sí y otros salía a celebrarlos cuando me los daban y terminaba regalándoselos al dueño del bar a las siete de la mañana. Eran otros tiempos [risas].
¿Ya no sales?
Mucho menos. Salgo cuando tengo que salir y se me quitan las ganas para un tiempo porque tengo 52 años y cuando lo hago me cuesta un montón recuperarme. Me paso luego tres días jodido y el castigo es tan grande que prefiero no salir.
Lo que te iba a preguntar cuando daba tus cifras es si sientes que se te reconoce como tu carrera merece.
No sé, pero si puedo pedir algo en la vida es que me dejen como estoy ahora. Lo que pasa con el reconocimiento es que algunos ya formamos parte del decorado y de la vida de la gente. Yo llevo 25 años en tus oídos aunque tú no quieras, porque estoy en el hilo musical de no sé qué tienda o ‘Devuélveme la vida’ sale en un programa de televisión y, para bien o para mal, estás acostumbrado a que yo esté ahí. Entonces, no tengo el hype del artista joven que lo megapeta con un disco, pero sí la seguridad de que voy a seguir aquí dentro de cinco años. Al final lo único que me importa es qué suerte que algunas de mis canciones han quedado, qué suerte que puedo vivir dignamente de la música y qué suerte tener un público fiel que me ha acompañado todo el camino. Soy muy consciente de mi suerte y la fama y todo eso me da bastante igual.
Llevas desde 2013 siendo ‘coach’ en ‘La Voz’. ¿La tele te ha dado otro nivel de fama?
‘La Voz’ fue un cambio radical en mi forma de vivir y estoy muy agradecido al programa. Muchísimo porque me llegó en un momento dificilísimo a nivel económico. Había sufrido la gran crisis en España, me había tenido que ir a vivir a América y entonces ‘La Voz’ llega a mi vida y todo cambia. Me convierto en una persona muy popular, puedo volver a vivir a España y me doy cuenta de que la gente me está conociendo. Porque antes conocían mis canciones, pero no sabían nada de mí, ni siquiera conocían mi cara la mayoría. La tele me dio esa popularidad y un respaldo económico. No voy a decir una estabilidad porque, como todos los programas, dependemos de las audiencias y yo siempre voy a grabar el programa pensando que es el último, por si acaso. Hay muchas personas que reprochan cosas a la televisión y a la fama, pero yo no. Yo solo estoy agradecido a las personas que me dieron la oportunidad en un momento en que me hacía mucha falta, al público que ha visto el programa en su casa y a las canciones que me han dado todo lo que tengo. Y, créeme, tengo todo lo que necesito.
¿Tan mal andabas de dinero?
Me arruiné totalmente y no ha sido la única vez. Soy de mente inquieta, soy informático, programador y empresario aparte de músico y me gusta hacer cosas, emprender y meterme en negocios. Eso explica por qué me he arruinado varias veces, pero no pasa nada porque es parte de lo que soy. Soy el fruto de todos esos golpes que me di y de todas las personas con las que me crucé y me hicieron daño. Antes o después hubiera tenido que aprender y a mí me tocó en 2008. Aquí la cosa iba mal, necesitaba dinero, la discográfica me propuso hacer las Américas y estuve cuatro años viviendo por allí. Fue una época increíble porque hice cantidad de cosas, me nominaron a los Grammy y de repente aparecí en el plató de ‘La Voz’, de nuevo en España.
La de artista siempre es una profesión inestable, pero tú lo has llevado al extremo.
Es por mi forma de ser, no lo puedo remediar. Me encanta hacer cosas diferentes y me niego a acomodarme. Me rebelo contra cualquier cosa que esté estipulada y eso es lo que hace que tenga muchos vaivenes. El otro día leí que los artistas a partir de los 50 años ya no dejan éxitos y me niego a que sea así. Lo entiendo en parte, porque tu carrera ya se ha consolidado, tienes la tranquilidad de que no tienes que ir a la piscina del barrio porque ya tienes una en casa y no vas a comprar comida porque te la traen otros. Pero todas esas comodidades conllevan una serie de carencias porque cuando tú no sales a comprar el pan no tienes ni idea de lo que se cuenta en la calle. Y la inspiración se marcha con eso.
¿Es lo que te sucedió?
Claro. Había normalizado estar viviendo en el centro de Madrid, en un hotel de la puta hostia y no salir de mi cuarto. Tenía un asistente que lo hacía todo por mí. Me fui apartando de la realidad, de la vida, de la gente. Ya no quiero eso. Hace año y pico decidí que no quiero que nadie haga nada por mí, ni comprar un billete de avión ni buscarme un hotel. Voy a intentar vivir la vida otra vez desde la normalidad. Ahora tengo 52 años, vuelvo a ir a comprar el pan y acabo de escribir el mejor disco de mi carrera. Alguien dijo que a tus hijos sólo puedes darles dos cosas: una buena educación y un buen ejemplo. Yo les he dado una buena educación, pero me faltaba darles un buen ejemplo. Por eso decidí cambiar y ahora se lo puedo dar. Y por el camino he escrito algunas canciones que han quedado ahí para siempre. Supongo que de eso se trataba.