Fernando del Rey y Manuel Álvarez Tardío, Premio Francisco Umbral al mejor libro de 2024 por ‘Fuego cruzado’: «La historia nos recuerda que la democracia es algo muy frágil»

«El rigor académico y el caudal de documentación que subyace bajo una prosa fluida y atractiva» son las razones y las palabras del jurado que este miércoles ha concedido el Premio Francisco Umbral al Libro del Año 2024, dotado con 12.000 euros y una estatua diseñada por Alberto Corazón, a Fuego Cruzado. La primavera de 1936 (Galaxia Gutenberg) de Fernando del Rey y Manuel Álvarez Tardío, ensayo del que destaca: «alumbra un capítulo decisivo de la historia de España que no ignora la escala humana de los acontecimientos sucedidos en la primavera de 1936».

Colaboradores desde hace tiempo, ambos historiadores han coescrito recientemente Vidas Truncadas. Historias de violencia en la España de 1936 (Galaxia Gutenberg, 2021) y en 2017 coordinaron Políticas del odio. Violencia y crisis en las democracias de entreguerras (Tecnos). Se unen a un ilustre palmarés donde destacan como ensayistas, con los precedentes de Santos Juliá y Darío Villanueva, pues en estas ya catorce ediciones los galardonados han sido tradicionalmente novelistas del fuste de Rafael Chirbes, Manuel Longares, Pilar Adón, Luis Mateo Díez, Antonio Soler y, el año pasado, Álvaro Pombo.

La sorpresa ha sido, cuentan ambos a EL MUNDO al poco de conocer la noticia, la emoción inicial al saber el fallo. «Es un premio muy bienvenido, sobre todo porque se lo han dado a gente a la que le tengo mucho aprecio intelectual. Además, que se venda y que cale un libro con tantísima investigación e información refleja que hay mucha gente a la que le interesa la historia bien hecha«, valora Álvarez Tardío. Por su parte, Del Rey apunta: «No imaginaba que pudiéramos aspirar a un premio como éste, en el que compiten libros de todos los géneros. Me ha sorprendido, sobre todo teniendo en cuenta la gran talla intelectual de los miembros del jurado«.

Fuego cruzado, monumental investigación sobre la violencia en toda España durante el gobierno del Frente Popular, traslada al lector a esos cinco meses que transcurren entre las elecciones del 19 de febrero de 1936 y el golpe militar del 17 de julio que dejaron un saldo escalofriante: 484 asesinatos (a tres diarios) y casi mil atentados, asaltos y colisiones con 1.649 heridos graves o muy graves. «Si no se ha investigado más esta primavera es porque no ha interesado hacerlo», aseguraban los autores al suplemento La Lectura de este diario el pasado marzo, resaltando, además del escaso estudio de la época, que fue uno de los momentos de nuestra historia de los que la propaganda, tanto de izquierdas como de derechas, se ha apropiado de forma casi absoluta, manipulando los hechos para sustituirlos por interesados relatos ideológicos.

Historia vs. Memoria

«Llevamos dos décadas saturados de memoria histórica. El mundo historiográfico está contaminado de los relatos memoriales (y es muy responsable de ellos), por eso hay una resistencia a que la historia desplace a la memoria«, defiende Álvarez Tardío, catedrático de Historia del Pensamiento Político en la Universidad Rey Juan Carlos. El historiador insiste en «diferenciar la historia, un acercamiento lo más riguroso posible a lo que pasó; de la memoria, una reconstrucción que puede tener elementos de verdad, pero que es muy tramposa y, sobre todo, que se presta mucho, como estamos viendo estos días, al servicio ideológico y de ciertas causas políticas. Lo importante de nuestro pasado es conocerlo, no convertirlo en un arma arrojadiza, y por eso el libro está lleno de matices, no es una historia de buenos y malos».

Siguiendo este espíritu, el libro detalla, huyendo de maniqueísmos, cómo los vencedores de la posterior guerra encontrarían en la violencia que se desarrolló esas semanas los argumentos para justificar el golpe de Estado, cuyo fracaso dio origen a la Guerra Civil, denunciando un supuesto complot comunista controlado desde Moscú. Desde el otro lado, la izquierda explica esa violencia amparada desde el poder, en manos del Frente Popular, como un mecanismo de defensa frente a «la alianza entre la derecha clerical y reaccionaria, el fascismo y el militarismo antirrepublicano» que aspiraban al fracaso de la República.

«Yo creo que el público, o por lo menos quienes nos leen, han entendido el mensaje, ese acercamiento al pasado para comprender y no para juzgar ni para instrumentalizar. El trabajo del historiador es reflejar lo que ocurrió sin complejos y sin remilgos de ningún tipo», precisa Del Rey, catedrático de Historia del Pensamiento en la Universidad Complutense de Madrid y Premio Nacional de Historia 2020 por Retaguardia roja. Violencia y revolución en la Guerra Civil española (Galaxia Gutenberg). «En una democracia avanzada como la nuestra, el ciudadano tiene el derecho a que se le dé un tipo de historia científica y seria, especialmente al hablar de una época tan puñetera como fue aquella. Nuestro libro refleja lo difícil que era asentar una democracia en aquella España y en aquella Europa, puesto que no fuimos una excepción».

Un elemento clave, más allá de las lógicas políticas de la época y de las tensiones entre la izquierda radical y la republicana, para entender la polarización de aquella sociedad y explicar esta violencia es «la expulsión de la vida pública de todo el mundo liberal en todos los planos: en el simbólico, el de las creencias, con un fuerte anticlericalismo que provoca atentados contra edificios religiosos; pero también, en el terreno de las relaciones laborales, dado el enorme poder que se les ha conferido a los alcaldes y a los sindicatos en las bolsas de trabajo», abunda Del Rey. «Y los gobernadores que se resisten a esas presiones y tratan de cumplir la ley se hacen impopulares ante las fuerzas de la izquierda obrera y comienzan a ser calificados de fascistas«.

En defensa de la democracia

Ambos historiadores se muestran de acuerdo en que una mirada a esa época tiene claras enseñanzas que ofrecer a nuestro presente, donde los ecos del pasado siempre resuenan. «Lo que enseña la primavera del año 36 es que la democracia es muy, muy frágil y hay que cuidarla y mimarla mucho, porque los extremos, cuando ganan terreno, acaban destruyendo el espacio en el que los moderados queremos convivir», concluye Álvarez Tardío. Y Del Rey remacha: «Por supuesto, la democracia no es ningún punto de llegada. Esto puede ser reversible. No digo que en cualquier momento, pero desde luego, en coyunturas tan inquietantes como la que estamos atravesando. No debemos dar por sentado, a pesar de que llevamos casi 50 años de democracia que esto ya es el paraíso, ni muchísimo menos. En cualquier momento se puede desmoronar».

En este sentido, el historiador, tanto antes como ahora, pone el foco en la clase política, responsable de cómo los ciudadanos gestionan su convivencia. «A pesar de que la sociedad de los años 30 era una sociedad hiperpolitizada, muchísimo más que ahora, la gran responsabilidad, desde luego, cabe atribuírsela a la clase política de entonces. Las sociedades se radicalizan, sí, pero este proceso es mucho más rápido y acusado si tienen clases políticas irresponsables que se alejan de posiciones constructivas, moderadas y dialogantes», afirma con claro tono contemporáneo. «Lo que digo para los políticos de los años 30 vale para los de ahora, porque si siguen generando crispación no podrán mantener lo que tanto trabajo nos ha costado conseguir«.

El Premio Francisco Umbral al Libro del Año es una iniciativa de la Fundación Francisco Umbral que se ha consolidado como uno de los galardones más reputados de nuestro país. El jurado de este año, presidido por el patrono de la fundación Manuel Llorente, ha estado formado por Juan Cruz, César Antonio Molina, Santos Sanz Villanueva, Fernando Rodríguez Lafuente, Luis Alemany, Andrea Aguilar, Fanny Rubio y Carlos Fernández Aganzo.