1. Ropa de casa, Ignacio Martínez de Pisón
Llega un momento en la vida en que toda persona piensa que debe consignar sus recuerdos para que no se pierdan, aunque pocos lo hagan. Quizá la necesidad es más acuciante si eres escritor. Y si, además, el grueso de tu obra narrativa esta dedicado a la historia de tu país y a las complejas relaciones familiares, el resultado no puede ser otro que el logrado por Ignacio Martínez de Pisón en Ropa de casa (Seix Barral), unas emotivas y cómplices memorias de formación en las que a través de su vida y la de su familia reconstruye la España del tardofranquismo y la Transición, a la vez que hace un homenaje a todos aquellos que le permitieron dedicarse a la literatura desde hace cuatro décadas.
2. Fuego cruzado, Fernando del Rey y Manuel Álvarez Tardío
Los cinco meses que transcurren entre las fraudulentas elecciones del 19 de febrero de 1936 y el golpe militar del 17 de julio son uno de los periodos de la reciente historia de España menos estudiados. También, de los que la propaganda de ambos bandos se ha apropiado de forma casi absoluta, manipulando los hechos para sustituirlos por interesados relatos ideológicos. Así lo explican Fernando del Rey y Manuel Álvarez Tardío en Fuego Cruzado. La primavera de 1936 (Galaxia Gutenberg), en el que abordan cómo los vencedores de la guerra encontrarían en la violencia de esas semanas los argumentos para justificar el golpe, y la izquierda explica esa violencia amparada desde el poder, en manos del Frente Popular, como un mecanismo de defensa frente a «la alianza entre la derecha clerical y reaccionaria, el fascismo y el militarismo antirrepublicano». Un ensayo necesario en tiempos de incertidumbre.
3. Sin relato, Lola López Mondéjar
¿Por qué todos posan igual en las fotos de Instagram? ¿Está de moda padecer TOC? ¿Todos los niños tienen disforia de género? A estas cuestiones responde la psicoanalista y escritora Lola López Mondéjar -autora de ensayos tan sugerentes como Invulnerables e invertebrados y de estremecedoras novelas como Cada noche, cada noche-, en Sin relato, una reflexión sobre la pérdida de identidad en la era digital que le ha valido el Premio Anagrama. En este cuaderno de bitácora de nuestra transformación en animales que hacen scroll, que mezcla testimonios de pacientes y fogonazos de pensadores clásicos, los problemas generados -como la pérdida de los valores científicos-, las causas -el culto a los ignorantes- y las soluciones -dietas digitales o espacios analógicos libres de lo digital- son las tres esquinas por las que se llega a una deprimente conclusión: hemos perdido la capacidad para contarnos nuestra identidad está a la deriva.
4. Lloro porque no tengo sentimientos, Bárbara Mingo
En estos artículos, que combinan ligereza y profundidad, Bárbara Mingo, arrastra al lector a su peculiar hechizo. Publicadas en diferentes medios a lo largo de los años y nacidas en su mayoría de paseos que la autora da por la ciudad a la caza del detalle esclarecedor, en las piezas de Lloro porque no tengo sentimientos (La Navaja Suiza)se refleja cómo la escritora y periodista mira la realidad como nadie más, y sobre todo cuenta esa mirada de un modo absolutamente particular. Con ellos sucede como cuando ves una película que te gusta mucho: siempre descubres un detalle nuevo genial mientras esperas que llegue la que era tu secuencia favorita. Una combinación de modernidad consciente de la tradición, de erudición y ligereza y de alguien que pide al lector que preste toda su atención a una hormiga, y luego le lleva a tomar un vino; que hará las delicias de los amantes del género.
5. Hasta el último aliento, Manuel Calderón
La ejecución de Salvador Puig Antich, culpado del asesinato del subinspector Francisco Anguas en 1973, fue una crueldad odiosa que dejo estupefactos incluso a los funcionarios que lo llevaron a las puertas del garrote vil. ¿Se acaba en esa certeza brutal todo lo que hay que saber sobre el caso? El escritor y periodista Manuel Calderón opina que no, como refleja Hasta el último aliento (Tusquets), último Premio Comillas, una indagación sutil y ecuánime en la historia del anarquista y el policía deteniéndose en la sustancia humana y contradictoria de los personajes de la tragedia. Su descarnado relato de la impericia y la distorsionada épica de los miembros del Movimiento Ibérico de Liberación y unas penúltimas páginas que retratan el calvario de los últimos días de Puig Antich hacen inolvidable este desgarrador y absorbente ensayo
6. Abeja furiosa de su miel, Mercè Ibarz
En esta necesaria y espléndida biografía, donde la literatura pesa más que las peripecias vitales, Mercè Ibarz recrea un magnífico fresco que resitúa en el presente a una de las escritoras de lengua catalana más influyentes de la historia, Mercè Rodoreda. Sin caer en la hagiografía, Abeja furiosa de su miel, (Anagrama) muestra cómo su protagonista es un caso inaudito y muy singular, una ‘rara avis’ que tuvo que superar infinidad de trabas para crear una obra fundamental y de duradera influencia. Emblema del exilio, Rodoreda no sólo fue un alma de los vencidos con arrestos para no tirar la toalla y defender lo suyo. Su instinto literario era ante todo humanísimo. Humanísimo es santificarla y urgente devolverla a esta época con objetividad no exenta de lógica admiración.
7. ¿Quién teme a Francisco Franco?, Daniel Rico
La puerilidad de ciertos debates públicos ya no debería sorprendernos, pero hay algo en todo lo relacionado con la mal llamada memoria histórica más preocupante que ese tratarnos a todos como adolescentes incapaces de diferenciar entre un vestigio del pasado y un monumento conmemorativo: el desprecio hacia el conocimiento en general y hacia a la Historia en particular. Con esta idea en mente acomete el historiador y profesor de la UAB Daniel Rico su lúcido y provocador, además de estupendamente escrito, ensayo ¿Quién teme a Francisco Franco? (Anagrama). En él explica detrás de la pulsión por destruir esculturas, obeliscos, lápidas, cruces e incluso edificios enteros, está la totalitaria pretensión de borrar el pasado y construir un relato en el que ocurra lo que nunca ocurrió. Y también la intención de que no quede rastro de esa operación ideológica. Malos tiempos para la razón.
8. La escuela del alma, Josep Maria Esquirol
Toda su filosofía, o su obra literaria, podría resumirse en que Josep Maria Esquirol cree que otro mundo es posible. Su estilo sencillo y directo, amante de lo coloquial y lo cotidiano, permitió que la profundidad de su filosofía alcanzara cotas de superventas con La resistencia íntima, que le supuso el Premio Nacional de Ensayo. Tras abordar en La penúltima bondad conceptos como la importancia capital de la generosidad, un desaprendizaje del concepto de felicidad y la fraternidad como una necesidad obvia derivada de la experiencia humana, La escuela del alma (Acantilado) prosigue esta senda promulgando entre otros asuntos, la necesidad de la atención y, sobre todo, el cultivo de la no indiferencia. Pensamiento de calidad para desarrollar los tres infinitivos esenciales de nuestra condición humana: vivir, pensar y amar.
9. ¿Ética o ideología de la inteligencia artificial?, Adela Cortina
Una de nuestras intelectuales más lúcidas, pocos pensadores españoles dominan como Adela Cortina el arte de iluminar zonas oscuras, como hizo en su ya célebre Aporofobia. Fruto de su esfuerzo ejemplar por simplificar lo complejo y ofrecer al lector las reflexiones más sosegadas y audaces, la catedrática emérita de Ética y Filosofía Política denuncia en ¿Ética o ideología de la inteligencia artificial? (Paidós) la «frankenfobia» tecnológica y alerta del riesgo de que las máquinas no sean controladas por el hombre. Están aquí todos los aspectos clave del debate en torno a la IA: el deber ético de las tecnociencias, la geoestrategia del poder, los desafíos de la robótica, la libertad en la era digital y el control del espacio público por parte de los algoritmos y las tecnologías. Una mirada equilibrada entre el entusiasmo y el recelo que ofrece muchas ideas para reflexionar.
10. Si una mañana de verano, un viajero, José Carlos Llop
De la casa del verano que se ha perdido trata el último libro de José Carlos Llop, cuyo título, Si una mañana de verano, un viajero (Alfaguara), es un guiño a Italo Calvino. Emparentado con sus diarios y poemas, este libro de prosas que narra veranos de madurez y plenitud creadora en un pueblecito de pescadores a los pies de la Sierra de Tramontana en Mallorca, es una hermosa apología del arraigo y la perseverancia. También un pequeño cuaderno consagrado a revelar lo elemental con desnudez y franqueza que tiene algo de recapitulación vital concisa pero cocinada a fuego muy lento, de recuento y balance de la propia obra literaria, de reflexión sobre el presente de uno mismo, una radiografía general de quién se es y a dónde se ha llegado, y un examen no angustioso sino más bien sereno y conformado de lo conseguido en la vida. Toda una delicia que se hace corta.